Otra Fiesta

La Trashumante volvió a colmar Atenas

19-11-2014 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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El viernes, Raly Barrionuevo presentó «Chango» ante miles de personas. En su segunda edición del año en Córdoba, la Peña sumó a los Coplanacu, a Toch, a Los Riojanos, a Fede Flores, a Ana Sol Torroixa, a Intervento Danza, a Casuarina y a la Orquesta de Aerófonos Andinos.


La Trashumante volvió a colmar Atenas

Por | redaccion351@gmail.com

Fotos: Mar Sánchez Rial.

Topografía de Atenas. Alejandro Aguado y Gino Galeotti. Barrio General Bustos. Medianoche del viernes 14 de noviembre de 2014.

De arriba a abajo: Bóveda de zinc, cabreadas memoriosas, miles de paneles acústicos blancos y verdes, reflectores, líneas de par trescientos o mil, elipsoidales, banderines y foquitos de colores, parlantes, amplificadores, retornos, cables, consolas, instrumentos, fierros, cobertura del piso flotante, piso flotante, mugre eterna entre el piso flotante y las baldosas, pegotes eternos de chicles, baldosas, cemento, hormigón, tierra.

De Oeste a Este: tambores con hielo y bebidas, tablones, puestos de productos elaborados por organizaciones hermanadas a la Universidad Trashumante, caras pintadas que van y vienen por el rectángulo de Atenas donde se juega al volley, mesas, sillas, empanadas en bandeja, vino y cerveza en vasos de litro, tableros y aros históricos de la cancha principal de piso flotante, isla de sonido en el centro del estadio, tableros y aros de la cancha de baldosas, tribunas al costado del escenario, pantalla, espacio de transmisión de la Red Nacional de Medios Alternativos, escenario, camerinos, paredón de Atenas, vereda de Galeotti, cordón, asfalto, autos, cuidadores de autos, vereda de enfrente, casas de familia, vecinos acostumbrados.

De Sur a Norte: Vereda de Alejandro Aguado, cola de gente comprando entradas, portones abiertos, puesto de comidas típicas a la izquierda, baños a la derecha, hombres y mujeres de todas las edades. De todas. Hay bebés y ancianos. Ahí están. En el multitudinario medio, sobre los rectángulos, jóvenes con pinta de estudiantes, de laburantes, de estudiantes que laburan, de laburantes que estudian, mayores de cuarenta, contentos de cincuenta, viejos divinos de pelo largo y barba más larga, tatuajes, bermudas, bombachas, botas, ojotas, semblantes lavados, pestañas retocadas, kilos de maquillaje, minifaldas, vestidos, camperitas deportivas, musculosas, ombligos, rulos, flequillos, jopos, tatuajes, piercings, rastas.

Paneo: La Trashumante es una ciudad condensada, un cruce de peatones a la una de la tarde en 9 de julio y General Paz, pero a la una de la mañana en un estadio del barrio de otro General, menos calculador, más sanguíneo, bien del palo.

De principio a fin: La Orquesta de Aerófonos Andinos abre la noche para que los primeros en llegar celebren justamente eso: haber sido los primeros en llegar. Casuarina, con la participación de Valeria Molinari, toma la posta y la danza es pura siembra de lo que vendrá en pocos minutos.

Siguen Los Riojanos. El artículo en mayúscula tiene menos vínculo con la denominación del proyecto que con el respeto hacia cada uno de sus integrantes, por una relación con Córdoba que ya debe pasar los veinte años. Emiliano Zerbini, Ramiro González, Josho González y Pica Juárez suben a la Trashumante y despliegan una lista de alegrías cuyos títulos se resumen en «Carnaval en La Rioja». La presentación es una fiesta de changos bailando. No hay harina, pero hay mucha historia sobre el escenario y una invitación a Chilecito, pago que rima con «Chaya» como Atenas rima con «ojalá no salga el sol hasta pasado mañana». «¡Salud riojanos!» dice Ramiro, antes del abrazo en línea del final.

En cada intervalo, una pantalla al costado norte del escenario muestra la transmisión en vivo de la Peña, desplegada vía internet por las emisoras de la Red de Medios Alternativos.

Sobre el escenario, la Negra Marta Rodríguez acomoda alguna cosa y Fede Flores alguna otra. Están por subir los Toch. Hay chicos sentados a metros del escenario que comienzan a pararse. Otros llegan de hacer los mandados. Fueron a la casa de repuestos del fondo de la canchita de volley a buscar líquido refrigerante y consiguieron. Se ve que venden de tres colores. Uno dorado que hace espuma y parece cerveza, otro negro rojizo, que parece vino, y otro negro negro que parece fernet. Se ve que el parecido está bastante bien logrado porque se venden bastante y ya hay varios acelerando en punto muerto para calentar el motor.

Y suben nomás los Toch, trío integrado por Juan Pablo Toch en bajo, Andrés Toch en batería y Martín Ellena en bandoneón. Hace dos semanas, en una noche hermosa, presentaron «Amor Continental», su último disco. Con esas nuevas canciones arrancan su presentación. «Cóndor» empieza a levantar a los que aún seguían sentados; «Vuele» no los deja volver a sentar; «Dónde ha de terminar», con Fede Seimandi de músico-hermano invitado, aumenta el volumen de los aplausos del centro, ahí donde se unen las dos canchas; «Famatina» hace que los del fondo bailen antes de aplaudir más fuerte; «3000 y pico», del disco anterior, pone a Martín a cantar con una cara de emoción que hubo que estar cerca del escenario para notarlo y emocionarse con él; «Te fuiste sin saludar» suma la guitarra de Edgardo Toch, la trompeta de Santiago Bartolomé, el trombón de la NegraMarta (que se escribe así, todo junto: NegraMarta) y las caderas de varios más que no sabían nada de Toch y empiezan a sonreír sin querer; «Niña rasta/V.A.» devuelve la música al formato trío y sigue desparramando piernas y palmas. Hay un saludo de Juan Pablo (que tiene un cassette estampado en la remera para registrar lo que está pasando) y un agradecimiento a Raly, que les ganó un partidito de básquet en la prueba de sonido. «Pido que vuelvas» es un cumbión para lucimiento de la NegraMarta y para seguir subiendo el volumen de los aplausos; «Serranita», con Seimandi, marca el final . Y se van. Saludan y se van sin haber tocado, para los seguidores viejos, «Pore waso». ¿A ustedes les parece? No es así muchachos. Igualmente, una felicidad, sobre todo, para muchos que los descubrieron.

Antes del número central, la radio comparte una nota a Casuarina y la agrupación «Intervento», dirigida por Chiqui La Rosa, muestra sus coreografías con la música de «Mañana en el Abasto» y «Oda al Paco». Con ropas cotidianas diferentes, seis bailarines se abrazan, se sostienen, se toman las manos en ronda, se miran a los ojos y nos dicen, con sus cuerpos en danza, que hay un andar colectivo posible. Sólo hay que darse una vuelta por los costados de Atenas para entenderlo.

La locutora de la radio presenta a Raly. ¡Sube el Raly! Se baja el Raly… Faltan unos detalles sobre el escenario. Espera el público, que abarrota el lugar, como es costumbre.

¡Ahora sí! Raly Barrionuevo en escena. Camisa verde militar, o verde militancia, o verde trashumante. Bueno, ese verde que ya se entiende cuál es; bermudas color Raly Barrionuevo, que también se entiende, y «¡Buenas noches!»

«La patrulla» y «De mi madre» inician la presentación, dedicada a mostrar las canciones de «Chango», último disco en homenaje al susodicho Rodríguez. Una chacarera y una zamba. Una voz y una guitarra, suficiente para cumplir con la normativa que agrupa a distintas organizaciones: el QLPCC (Qué Lo Parió Cómo Canta) el QMCC (Qué Maestro Cómo Canta); el QGCC (Qué Grosso Cómo Canta), el QCCC y el QHDPCC.

El saludo a la changada menciona al disco nuevo y cuenta de las canciones que el homenajeado compuso entre la cárcel de Encausados y la Penitenciaría. «Vamos a cantar un poquito»… «Cannntooo una serenaaataaaa, a orillas del río se escucha mi vooooz». En fin, todito Atenas canta «De Alberdi» mientras alguien se sube al escenario y baila sin permiso. Al principio todo bien, pero después de «Zamba de abril», muy lindo todo, ya está, que viene un momento importante. «Luna Cautiva» genera lo que tiene que generar para que el público, allá arriba en la ovación, escuche algo así como…

«Señoras y Señores… ¡Coplanacu! ¡Aquí presentes en la Trashumante!»

Es un momento interesante como experiencia de vida. Apenas saludan, Julio comienza a chocar los palitos y Roberto mete el rasguido del «Escondido de la Alabanza», seguido por Raly, como para desacomodar los tríos de sillas en línea que, en el fondo, habían dispuesto algunos padres para que duerman sus hijos. «Pelusistas de Totoras» y «Corría corría corría» ponen a bailar parejas en una baldosa. Cantos, de anteojos y campera blanca un poco abierta para que Yupanqui desde la remera pueda saludar a la multitud, entona los primeros versos de «Retiro al Norte». La parte culminante, la que dice «Sangre adentrooooo, con el vinooooo», tiene a los tres amigos en pleno despliegue de sus voces.

En «Chango» no escuchamos «Luna cautiva», que ya está en «Población Milagro», y tampoco «De Simoca», quizás porque ya la grabaron los Copla en «Guitarrero». Como fuere, la luna de los barrotes y de los cañaverales alumbró en Atenas y todos corearon sus estribillos. Y todos, o casi todos (porque algunos se contentan con escuchar y cantar y está muy bien) levantaron los brazos para engancharse con «La Pedro Cáceres» y «Alma Challuera». Entre los bailarines aparecen cosas graciosas, como dos amigos que abrazan a un tercero y le zapatean con un vaso de cerveza en alto, para convencerlo de que no se puede ir justo ahora, que el turno de la guardia de vaya a saber qué hospital puede esperar. Sobre el escenario, los Copla se empiezan a despedir y junto a Raly se miran y acuerdan «Mientras bailas», zamba que los mantiene en «Paisaje». El intercambio de voces altera el orden de la grabación original, pero respeta el final, con los tres cantando juntos para liberar una ovación.

En el saludo, dice Roberto: «Estamos encantados de esta juntadita, de esta trashumancia…» Y después, como despedida, dice cantando, con acentos como saltitos: «Corazón chiquito rojo vivo llevooo…» Y todos entienden que habrá que cantar y revolear algo, porque «Peregrinos» es una especie de «Juguetes perdidos» de los Coplanacu en cualquier lugar donde suene en vivo. La energía aumenta y algo de la guitarra de Roberto, que no es una cuerda y puede ser la correa, se corta de tanta emoción. El final de esta parte de la noche muestra a los Copla enfilando para la salida y a Raly retomando los tonos del himno de sus amigos para encausar el coro de la gente, como llamado al bis, porque «Peregrinos» sin bis de estribillo es como una Trashumante sin empanadas o sanguches de mondiola. ¡Sí! ¡Mondiola! (a ver si nos entendemos de una vez por todas: no existe la B larga en ningún manjar de carnívoros. Bondiola no existe. Es un defecto del idioma. Es como decir Borcilla, Bolleja, Barucha… ¡No! ¡La M es lo que le da el sabor a todo! Molleja, Morcilla, Mortadela, Matambre, Marucha, JaMón, ¡Mondiola! La única excepción posible es el Bife de LoMo, que es rico porque es de LoMMMooo! ¡Hasta el Vacío se dio cuenta de que la B larga no juega! La B larga es para la Barbacoa, que es un término para perder amistades directamente. Invite a un amigo a comer una Barbacoa en lugar de un asado a ver cómo le va. En serio, la B larga sirve para otras bellezas… Para Borges, para Bailar, para Besar, para Boca Juniors, para el Barrionuevo que canta, para seguir a la M en una zamba, para eso es la B larga. No para Bondiola… Mondiola entonces).

La recta final de la Peña comienza con «Zamba y Acuarela» y con «Ey paisano», dos temas para meternos de lleno en el repertorio de siempre. Suben sus músicos: el maestro César Elmo en batería y percusión, Sebastián Sayes en bajo, Mauricio «Chivita» a Páez en guitarra y Edgardo Castillo en vientos y guitarras.

La lista con la banda es un muestrario de guitarras eléctricas. Con una negra mortal suena «Como el sol». Con la Telecaster de colores, que es casi una bandera de «Rodar», sale «Mochileros» y «El Sol parece lluvia». Con una SG de comandar pogos, detona «Hasta siempre». Momento de trío para despeinarse, incluso con «Alma de Rezabaile». César Elmo siempre es un capítulo aparte. Viene de otro colectivo de organizaciones nucleadas en QHDPCT.

Vuelve la criolla para una maratón de chacareras en tres velocidades. Las tres primeras, en quinta: «La gente del campo», «Tata Nachi» y «Corazón de lechiguana»; trotando en tercera la cuarta: «Frías»; paseando y sacando fotos otras dos: «Un pájaro canta» y «Chacarera del cardenal». Set completo de baile y palmas.

«Si acaso vuelves» deja un respiro, antes de un saludo a Horacio Banegas con «Guitarra de sal», junto a Chiqui La Rosa en el escenario. «Niña luna»  sigue moviendo caderas casi en el final. Raly saluda a todos los emprendimientos ligados a la Universidad Trashumante; menciona a los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos y difunde el proyecto de financiamiento colectivo de los Rimando Entreversos, que andan entre el público repartiendo folletos. Un agradecimiento a los músicos que participaron, una confesión de felicidad por haber hecho que los Toch tocaran en la Peña, un abrazo a la historia que transitó desde sus primeros años en Córdoba, junto a la generosidad de los Copla para compartir escenarios.

«Cómo danza la esperanza» y «Chacarera del sufrido» amagan con el cierre, pero faltan dos emblemas: «Chacarera del exilio» y «Somos nosotros». Ahora sí es el final. Treinta y pico de canciones en casi tres horas.

Y la cosa no se termina porque en lugar de la patrulla, llega Fede Flores y mete una cumbia como para desinflamar várices. Ahí nomás sube Ana Sol Torroixa, cantando «¡Alerta!» 

Llegando a las cinco de mañana, muchos siguen moviendo. El piso de Atenas es una alfombra de vasos como pollitos de Kiss. Hora de tirar un beso al aire de la Peña, saludar a un par de amigos, relojear otro sanguchito de Mondiola y no, mejor un café por ahí.