Gran noche

Damián Torres Quinteto y La Orquesta de Cuerdas Municipal abrieron el ciclo de conciertos Vivo en Córdoba

11-04-2016 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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Una formación de tango que suena cada vez mejor, elevada por las cuerdas de una orquesta formidable en el comienzo de un ciclo que promete nuevas emociones. Crónica escolar.


Damián Torres Quinteto y La Orquesta de Cuerdas Municipal abrieron el ciclo de conciertos Vivo en Córdoba

Por | redaccion351@gmail.com

Fotos: Sergio Manes.

Lo de siempre en la calle y en vos: la llovizna. Un brote de versos para un miércoles de abril, en el promedio gris de una semana de bruma, antes del anochecer.

Una promesa de emoción entre baldosas que salpican, charcos que se ahondan y correntadas que no entienden de semáforos.

Un número de personas más o menos equivalente a la cantidad de butacas que esperan en el Salón de Actos del Pabellón Argentina.

Un ciclo que comienza: Vivo en Córdoba. Primera de cuatro noches que nos verán volver.

Un escenario símil curso de secundario poblado de sillas, micrófonos, instrumentos y partituras. Postal incompleta de lo que vendrá.

Un piano a la izquierda para Jorge Martínez, uno de los alumnos claves del curso, el que aparenta disciplina.

Atrás, los pupitres rezando el rosario antes de la llegada de los de siempre: los revoltosos del fondo.

Un saludo de Franco Morán, referente de Cultura de la Secretaría de Extensión Universitaria, agradeciendo y presentando.

Una orquesta de cuerdas con mayúsculas: La Orquesta de Cuerdas Municipal de Córdoba, y su director, Santiago Ruiz, marcando el comienzo de la clase con un tango Oscar Torres, violinista de la formación.

Un aplauso fuerte para la primera emoción, y para la segunda: el ingreso del Quinteto. Asistencia:

¿Martínez Jorge? ¡Presente!

¿Esquivel Christian? Presente.

¿Torres Damián? Acá…

¿Liuzzi Leandro? Sí…

¿Ascaíno Dante? Presente.

Un reto de preceptor imaginario: ¿Se puede saber por qué la mayoría no viste la camisa negra reglamentaria? Muy bien usted, Esquivel.

Una respuesta al corner: Lo que pasa que las lavamos pero qué quiere con esta lluvia… La ropa no se seca…

Un comienzo de lección. Bien señores, afinen que vamos a repasar los temas de la Unidad 1: «Abriendo Cancha». A ver usted… Sí sí usted, el de la guitarra, comencemos por favor, «Con todo el amor de este mundo». El resto lo puede acompañar.

 

Un aplauso de muy bien diez y cambio de bolilla, de unidad, de manual.

Santiago Ruiz:

«Y lo que sigue a continuación es un arreglo que Damián hizo para el Quinteto y la Orquesta de Cuerdas, de una de las obras de Piazzolla, tal vez más hermosas y ni siquiera tan difundidas por él mismo, que es la Suite Troileana. Los cuatro movimientos que retratan los cuatro amores de Troilo que Piazzolla quiso destacar… Es un gusto poder concretar estos proyectos con el Quinteto. Espero que lo disfruten.»

Un temblor de «Bandoneón» en la zurda de Torres. Una mosca del Salón de Actos contagiada de hipnosis. Un regreso a los días de Piazzolla explicando el sentido de los días sin sol y las cuerdas jugando con fragmentos de himnos que Pichuco le arrebató al tiempo. ¡Arrebato car’e Gato! Y justamente su amigo, el Gato, despidiéndolo con la Suite. Y el alumno Torres, a la vuelta de los calendarios, revirando manuales.

Un tormentón de «Zita» volando pentagramas. Una necesidad feroz de poguear con un clásico del heavy metal disfrazado de tango. Y todos tan quietos, tan concentrados en lugar de patear los respaldos. Las cuerdas volando entre refucilos y un final de rayo.

Un flaco desesperado gritando bravo y calentando las manos.

Un comienzo de «Whisky» que Hitchcock se volvió a perder. Un riff como laberinto de espejos montado en los contrabajos; un relámpago de violines; un aguacero de piano y una postal de garúa calle abajo, donde la música es puro reposo hasta el ataque del final.

Un cambio de prócer para mejorar el himno: ¡Padre del aula Piazzolla inmortal! Un alumno de estos días a los saltos, riendo con sus compañeros del fondo, tomando agua, charlando incluso cuando la música ya está sonando… ¡Un indisciplinado!

Un final de «Escolazo» para redoblar la apuesta y detenerse en cada arreglo para calcularle la raíz cuadrada de la hipotenusa.

 

Un saludo de Jaimito Torres:

«Bueno, muy buenas noches. Bienvenidos a la apertura de este ciclo, que va a estar buenísimo. Ya está buenísimo porque la estamos pasando de primera y creo que ustedes también, ¿no?… (respuesta con timidez consuetudinaria) Qué viejo que es el chiste cuando la gente habla y uno pide que arengue más… Pero bueno… Gracias por haber venido…» (Un aplauso para Santiago Ruiz y su Orquesta) «Un placer tocar con estos monstruos, y mis monstruos…»

Otro aplauso por cada integrante del Quinteto de indisciplinados. Un gracias para Juan Ramia, el productor, que aparece en persona y luego en los agradecimientos, que pasan por la gente de la UNC, por los comunicadores, por los hermanos Bergallo que están grabando todo, y (no podía faltar la mitad broma-mitad verdad) por el «General Juan Domingo Perón, que permitió la movilidad social ascendente que hizo posible que estemos hoy acá…»

Una seguidilla de «Abriendo Cancha», disco que, como la biblia de Warren Sánchez, se encuentra disponible en el puesto instalado en el hall del Salón de Actos.

Una versión de «Doble A» en andas de la Orquesta, como saludo a los maestros de la bestia cuadratónica. Un arpegio de Ascaíno en el comienzo de «No te vi venir», como abrazo de consuelo al fueye y que el mozo que se pasea por el aire arrime otra vuelta. Un saludo de Martínez «Al parque de los deseos», ese lugar donde, entre otras travesuras, se dislocan teclas de pianos y hombros de bailarines.

Un aplauso largo antes de la bolilla siete de «Abriendo Cancha». «A mi hermano fueyero» es una dedicación de Torres a Pablo Jaurena, otro valor entre los revoltosos. ¡Si habrán ido juntos a la dirección!

 

Una sala de pie, aplaudiendo fuerte, y un agradecimiento de Santiago Ruiz:

«Ya para ir despidiéndonos, la música que vamos a hacer no necesita presentación, la van a reconocer. Quiero agregar a los agradecimientos, simplemente, lo maravilloso de esta idea, no sólo de mostrar los proyectos de Córdoba sino de mostrar una oportunidad de trabajar en conjunto. La Orquesta de Cuerdas está cumpliendo sesenta años y tiene una larga tradición en esto de compartir eventos. El Quinteto también, en sus años de vida, ha hecho muchas cosas en muchos escenarios, pero quiero destacar lo importante que es que estas iniciativas nos permitan a los artistas de Córdoba juntarnos y potenciarnos en proyectos compartidos. Celebramos esta posibilidad que nos han dado.»

Un final con versión de «Libertango». Un comienzo agazapado el pizzicatto inicial y un zarpazo desde el cello de Marcelo Montes. Hay arreglos para volver a aplaudir de pie y un cierre con «Adiós Nonino» como para perdonar todas las indisciplinas, arrancar la hoja de las amonestaciones y salir al patio a bajar mandarinas con el mástil de la bandera de ceremonia.

Un regreso de parabrisas empañados, con la libreta plagada de buenas notas.