Crónica animal

Damián Torres Quinteto presentó «Abriendo cancha»

9-08-2015 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
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El jueves 30 de julio, la formación integrada por Damián Torres en bandondeón, Jorge Martínez en piano, Christian Esquivel en contrabajo, Leandro Liuzzi en violín y Dante Ascaíno en guitarra, estrenaron las obras de su gran disco en el Teatro San Martín.


Damián Torres Quinteto presentó «Abriendo cancha»

Por | redaccion351@gmail.com

Fotos: Sergio Manes.

Música entre los dientes, a cincuenta años del poema.

“Esa ráfaga, el tango, esa diablura,
los atareados años desafía;
Hecho de polvo y tiempo, el hombre dura
menos que la vaga melodía
que sólo es tiempo…”

Fila ocho, o por ahí. Platea completa. Cada cual sabrá disfrutar la espera. Por ejemplo, perdiendo la mirada entre las gradas; recitando de memoria “el turbio pasado irreal que de algún modo es cierto”; agradeciendo con insultos al mejor de todos; rescatando el pedacito de gloria de la música que inicia con la “entrevista parra” y mucho después aparecería como como tema central en “Tango apasionado”; recordando esa misma melodía en la escena de “Happy Together”, en esos minutos cercanos al final donde Piazzolla y las Cataratas del Iguazú provocan el llanto, inevitablemente..

Fila ocho, o por ahí. Otra vez el mejor silencio del mundo. Se escuchan apenas los comentarios de dos viejas hermosas, sentadas al lado.

Ya pasó el primer anuncio, que dice que la función dará comienzo en quince minutos. También el segundo, que  informa que la función dará comienzo en diez minutos, con el recordatorio de desactivar la telefonía celular y no usar cámaras fotográficas sin previa autorización. Ya pasó el anuncio más lindo. El que dice que la función dará comienzo en cinco minutos, con un recordatorio parecido para decir que nos portemos bien con los aparatitos. Es el mejor porque a los pocos segundos, comienzan a apagarse las luces. Algún día se fijará en la memoria esa secuencia de apagado. Los varios pasos que van dejando la sala en penumbra podrían disuadir cualquier intento de suicidio.

¿Cómo? Claro… El día en la vida de un asistente crónico al San Martín en que todo haya perdido sentido, después de haberse apagado de a poco, casi como las luces del teatro, para que sólo reine la oscuridad, el silencio y la tentativa de un buen escopetazo, el solo recuerdo de esa penumbra del San Martín, a segundos de un nuevo recital, debería bastar para dejarse de joder, que nadie sabe nada de la vida pero ahí está el telón, a punto de elevarse una vez más.

Detrás de lo que aún no sube, ruido de tablas un bandoneón, apenas sonando. Últimos crujidos, últimos comentarios. Silencio. Otra vez ése silencio de los segundos previos.

Y sube el telón.

El escenario tiene dos imágenes. Desde la platea, es una caja azul, hecha de luces y humo, con un quinteto agazapado entre partituras. Desde los músicos, es una jaula de instrumentos a la que, de repente, le acaban de abrir la puerta. El aplauso de bienvenida se hace un nudo en las manos porque “Doble A” tiene forma sonora de eso: una fiera desenjaulada.

Nadie sabe qué es la vida, pero las sonrisas de las dos viejas, adivinadas de reojo, es decir, calculando que son divinas con apenas bordearles el semblante, alcanzan para regalarle la escopeta a Quique Pesoa (vecino ilustre de San Marcos Sierras, amante pacífico de las armas, militante del pensamiento libre y voz cantante de El Desconcierto) y salir en busca del león del San Martín, para ponerle un collar y sacarlo a pasear.

El inicio de la presentación de “Abriendo cancha”, primer trabajo del Quinteto de Damián Torres, quien ya tiene dos discos previos en formato trío, ha sentado a varios amansadores de tigres en la platea del último jueves de julio.

Hay un relato posible desde un botoncito que tienen esos aparatitos que graban, desobedeciendo la voz de los anuncios. Cuando devuelven el registro, medio a lo bestia, surge una crónica.

De izquierda a derecha, camisa bordó de Jorge Martínez al piano; celeste intenso de Christian Esquivel al contrabajo; negra de Damián Torres, de pie, la derecha sobre la silla; el bandoneón sobre la derecha; el alma sobre el bandoneón. A su izquierda, camisa celeste claro de Leandro Liuzzi al violín, y verde oscura de Dante Ascaíno, sentado a la guitarra. Menos el pianista, todos sobre tarimas apenas irregulares.

“Persistente” es la segunda del disco y del concierto. El piano del comienzo, el contrabajo de ahí nomás y el tormentón de todo el Quinteto, devuelven una imagen de naturaleza indomable. No queda bien decir que la música es una “sabana urbana”. Queda mejor “selva urbana”. Entonces ya no hay leones. En la selva hay jaguares. “Con la pinta del viejo” es un bandoneón de la selva urbana en homenaje al “Turco” de Corral de Bustos. Un saludo de hijo yaguareté que va y viene por la misma avenida. Descansa en General Paz y sale a cazar en manada insólita por Vélez Sarsfield.

En el cierre, ante el aplauso, Torres abre sus brazos. Las garras quieren decir: con estos compañeros reverdece el Amazonas. Se prenden las luces del escenario.

Audio. Textual de Torres:

«Muchas gracias. Muchísimas gracias. Bienvenidos a la presentación de este “Abriendo cancha”, de este Quinteto. Muy buenas noches… Dimos comienzo con tres temas que me pertenecen. El primero de ellos se llama “Doble A”; el segundo se llama “Persistente”; y el tercero es un tango que le dediqué a mi viejo, que se llama “Con la pinta del Viejo”. Y ahora vamos a seguir, con tres temitas más: un vals, una milonga lenta que le dediqué a mi compañera Agustina, y una milonga rápida que se llama “Vivita y coleando”. El vals que vamos a hacer es una de las dos tremendas obras que tenemos en el disco y que pertenecen a este animal que toca el piano, que se llama Jorge Martínez…»

Aplauso para Jorge. Respiro para Damián, que saluda un poco agitado, porque cada ejecución es una escena digna de Sir David Attenborough. El arranque de “Por un año más” es un piano que marca los primeros pasos de acercamiento a la presa. Luego, la estampida, el arrojo y un corte de gacela que gira, mira de frente a su depredador y le dice: “Momento. Un poco de elegancia. Antes bailemos…” Y suena el vals. Aplauso a dentelladas mientras Torres señala a Martínez con los dos índices, como quien hizo un gol fácil y celebra la asistencia perfecta del armador de la jugada.

“No te vi venir” inicia desde la guitarra de Ascaíno, que desde que subió el telón, va de la semisonrisa al muestrario completo de incisivos, colmillos y premolares. La música ilustra el momento del amor inesperado, esa fuerza que se dejó descubrir entre la maleza y le salvó la vida al impala de turno. Cambia el pelaje del bandoneón. Irrumpen las cuerdas y el piano. La armonía de los arreglos irá variando los matices, anaranjando el escenario, resplandeciendo la madera del contrabajo y el violín, desandando la noche hacia el atardecer y trayendo a la memoria los colores de “Canción Animal”, que Torres, ex integrante de “Corte Americano”, habrá invocado sin querer, y de cuyo arte de tapa no será necesario precisar detalles.

Entre los bravos, el autor deja el escenario por unos segundos y vuelve, dice “Gracias” sin usar el micrófono, y en un solo movimiento, levanta el fueye, clava la izquierda en la tarima, la derecha sobre la silla y se monta el instrumento sobre el muslo. En el centro de la parte posterior del respaldo negro de la silla, que da al público, hay dos letras en rojo: “SF”. Tal vez signifiquen «Sala Fuchs», la sala de ensayos del cuarto piso del San Martín. Para la noche de «Abriendo cancha», «SF» significa «San Fueye».

“Vivita y coleando” quedó la presa por la distracción de su matador enamorado, que le regala una milonga para que corretee contenta. Entre los vaivenes, Torres y Esquivel se miran y se ríen. “Mirá cómo nos goza…” se dirán. Ya va a ver…

 

Audio. Textual milonguero:

«Muchas gracias. Bueno, vamos a bajar un poco los decibeles, para presentar a nuestro primer invitado. Cuando estaba terminando el repertorio para este disco, una persona me manda una letra increíble, con unas décimas… Me quedé enamorado. Bueno, dije ‘le voy a poner música y lo voy a llevar al disco.’ Esa persona, ese gran poeta que nosotros no conocíamos, es el Señor Dante Ascaíno en la guitarra. ¡Fuerte ese aplauso!» (Dante se pone de pie, se ríe y hace “no” con el dedito, como negando lo que es.) Previamente, habíamos compuesto otro tema, que es el que va a venir después de éste, y que no está en el disco y sí va a estar en el de nuestro invitado de esta noche, que está terminando su disco y que se llama, y quiero que recibamos con un aplauso volcánico, ¡Gustavo Visentín!»

Ingresa el cantor por la izquierda. De traje negro, saluda al público. Lo aplaude el Quinteto. El orden de los temas, hasta el momento idéntico al del disco, pega un salto para “Destino y milonga”, única obra con letra. Cuando Visentín canta “Empantanau hasta el eje…” la guitarra del autor se pone seria. Con permiso del Varón del Tango, el clima de la milonga es de “reciedumbre y ternura”. Notable interpretación. Un haz cenital corta el azul noche del escenario para alunar el bandoneón. Cada músico tendrá su propia luz. La voz de Gustavo encara “Contrapunto” y el Quinteto es un paisaje feroz, parejo a los versos de Ascaíno. La voz se lleva una ovación y el reconocimiento de Torres. Unos segundos para afinar el violín.

Textual de familia:

«…Un vals que me pertenece. Se llama “Buba”, dedicado a Doña Erlinda. Espero que les guste…»

El piano, la guitarra y el contrabajo abren la partitura. El violín y el bandoneón entran de la mano sobre la melodía. Todo fluye como un paseo de tarde primaveral en pleno julio. Las dos viejas divinas aplauden como nunca.

Audio. Textual fueyero:

«Muchísimas gracias… Por una cuestión de tiempo, no tuve el momento justo para hacer la mitad de este tema que vamos a hacer ahora. Entonces la hice como me alcanzó el tiempo, con un solo bandoneón, que está grabada de esa manera. Pero como este tema se lo dediqué a una persona tan querida, a un hermano que me dio Córdoba y la música, pensé que como él no está en el disco, pero tiene que estar en la presentación, le cambié un poquito el solo del medio para que sea un dúo de bandoneones. Este tema se llama ‘A mi hermano fueyero’, y este hermano fueyero se llama Pablo Jaurena

Entra Pablo. De camisa gris, de abrazo, de pie y de bandoneón en la zurda, en otra silla con respaldo “San Fueye”, a la derecha de Damián. Después del primer encontronazo, el piano y la guitarra preparan el duelo. La parte reescrita es un juego de embestidas amables contra las cuerdas de Liuzzi y Esquivel, una pelea a muerte en falso para detonar “bravos”. Tremendo abrazo de hermanos. Torres queda con los pies en el aire. Se rezan, se aplauden, se dicen cosas que no llegan al aparatito que graba y se pierden porque la vista no sabe leer los labios. Martínez saluda a su compañero del MJC. “Vamo nomás loco” le dice Damián a Jorge. Pliega la partitura, que va al piso; un poco de afinación del contrabajo y sale “Milonga para el Rata”, otra joya de “Abriendo cancha”, tal vez su melodía más inspirada.

Audio. Textual Beatle:

«Muchísimas gracias… Muchas gracias… Este tema es uno de los más viejitos que compuse. Se llama ‘Milonga para el Rata’ y tiene una gran intervención a cargo del niño del violín. Leandro Liuzzi. ¡Fuerte ese aplauso! (el público hace bastante caso. Para hablar, Damián toma la posición del Indio Solari en la época de “Lobo suelto cordero atado”: la derecha en el micrófono, la izquierda sobre la articulación del pie que lo sostiene. Fue una época breve del cantante de los Redondos, después del micro sobre el pie recto y antes del inalámbrico. Perdón) Me acuerdo cuando concursé en la Orquesta Provincial. Casi un mes esperando para entrar. Uno de esos días, justamente, hubo una función. Estaba haciendo cola para entrar y se me acerca un hombre con poco pelo y mucha barba, y me dice ¿Qué hacés, cómo andás? (con tonada porteña) Y yo dije ‘este no debe ser cordobés…’ Y no, porque era de Avellaneda. Es este gran contrabajista y otro hermano de la vida y de la música que me dio esta ciudad. ¡Christian Esquivel! (El aplauso pone de pie a Christian, que saluda con el arco) El otro día, en una de las notas que me hicieron por la presentación, un periodista me preguntaba si no era muy arriesgado tirarse al abismo con un disco que no tenga ni un solo clásico… Yo estoy más loco que… La vedad es que a mí nunca me importó mucho casi nada. Soy bastante kamikaze. Para mí no hay ningún riesgo ni nada… Yo me mandé con esto porque estaba convencido de que estaba bueno. Después, estos cuatro fantásticos pensaron lo mismo que yo, y se ve que hay un poco de gente que también pensó lo mismo, entonces dije ‘bueno, vamos a grabarlo. (Lo interrumpe un aplauso y varios bravos). Lo que sí, hay un clásico que, por esa cuestión del destino, puse en el disco como bonus track. Pero en realidad no puse solamente un clásico del tango, sino que agarré un tema de un grupo que para mí fue la banda de sonido de mi infancia, los Beatles. Cuando estaba tocando ese tema, que tenía que tener el perfume del tango, en un momento, pensando el arreglo, entra así como de la nada, Osvaldo Pugliese con su bellísimo tango “Recuerdo”. Esa melodía, que era la parte B del tema, tiene una parte divina y pensé: ‘vamos a invitar a grabar en este disco a una queridísima amiga, compañera de trabajo, para este “In My Life”-“Recuerdo”. Y también va a estar en la presentación. La vamos a saludar con un fuerte aplauso. En el violoncello, la Señora María Eugenia Menta

De vestido color verde, María Eugenia toma su posición detrás de Dante. La interpretación, fiel a la versión de estudio, arranca una nueva ovación. Damián saluda a Eugenia. Después de «In My Life», es un jaguar herbívoro. Otra partitura al piso y suena “Tango para el abuelo viejo”, que tiene un arranque de bandondeón malevo y un contrabajo como ráfaga de de viento del Sur. No hay bailarines, tal vez por simple decisión de llevar toda la atención a un repertorio donde cada pieza es pura voracidad de arreglos. El bandoneón, el violín y el contrabajo se cruzan con sus partes percusivas. El chan chan desata un gran aplauso para una nueva gran sonrisa de Ascaíno. Sigue “Al parque de los deseos”, milonga de Martínez para desatar otra persecución. La precisión de los cortes, con el pizzicato furioso de Esquivel; la complejidad y la fuerza de todo lo que suena podrían aplicarse a cualquier música donde tallen esas virtudes. Habrá que guardarse las ganas locas de cruzar el Quinteto de Torres con la “Sinfónica del Colorado” o con los Sur Oculto. El tango no tiene nada que ver con el rock. Y sin embargo…

Todos de pie. Damián agradece, se baja de la tarima y se abraza con Leandro. Christian toma un poco de agua, le deja la botellita a su amigo-hermano, que se queda solo en el escenario, mientras sigue el aplauso.

 

Audio. Textual agradecido:

«Paren que me voy a largar a llorar… Una cosita: el tema que hicimos antes de esta bestialidad… Este tema que pasó recién, que se llama “Al parque de los deseos”, esta milonga infernal ¡Jorgeee! (le grita a Martínez que debe andar entre bambalinas; el llamado abrupto genera risas) Yo sé que están, lo que pasa es que se van a cambiar los chicos… Igual pueden aplaudir, que los van a escuchar. El tema anterior es un tango mío que se llama “Tango para el abuelo viejo”. Voy a pasar, si me dan un segundito a agradecer a las personas que colaboraron con la campaña de financiamiento colectivo que hicimos en octubre de 2014. Esta campaña nos dio una mano grandísima, pero aparte de eso pudimos entablar una relación mucho más cercana con la gente a la que le gusta lo que uno hace. Quiero agradecerle a mi viejo, a mi hermano; quiero agradecerle a Agustina, y queremos agradecer en nombre de todo el Quinteto y de cada uno de ellos, a cada una de sus familias, a su pareja, compañera, que se bancan esto de andar con semejante proyecto encima, ¿no? (Aplauso); quiero agradecer al personal técnico de este Teatro maravilloso que ya es casi mi casa; en cualquier momento me traigo un colchón y me vengo a dormir porque estoy todo el día acá. Me encanta trabajar en este lugar, con el personal técnico, que está siempre dispuesto a dar lo mejor para que esto salga muy bien, quiero agradecer a todas las autoridades del teatro, empezando por su directora Marcela Reartes, agradecerle de haber cedido el Teatro para la presentación de este disco; a diagramación; a prensa, a producción, a la gente de sala, a los acomodadores… Siempre me olvido de alguien, seguramente. Perdónenme. Quiero agradecer especialmente a Gustavo Martí y a Fernando Vélez, a «Tomate», a toda la gente que está en el sonido, toda la muchachada de acá, a Nico y a Juan en las luces; quiero agradecer a la prensa que brindó su apoyo de manera desmedida. Muchísimas gracias a Cadena 3, en especial al Señor Mario Pereyra, por habernos cedido la oportunidad de poder transmitir en vivo este concierto por LV3; quiero agradecer también al Fondo Nacional de las Artes, al jurado que creyó conveniente que este disco se haga; a Eli “Pesadilla” Rodríguez por la prensa, por tenerme todo el tiempo en el teléfono. Gracias Eli, muchísimas gracias. (Aplauso) A Milena Barbeito por la gráfica tremenda que hizo; a este fotógrafo que se ha convertido en nuestro amigote, Sergio Manes, gracias Sergio. Quiero agradecer con un cariño tremendo a esta persona con quien ya venimos haciendo creo que seis o siete discos, y nos aguantamos, y estamos diez horas mezclando un disco y la pasamos de primera, es como haber conocido a un hermano mayor: Luis Vidal. Muchísimas gracias Luis. Y trabajando en el estudio Paraíso Music Pro, de Jorge Nazar, conocimos también a este pequeño monstruo de las máquinas, un técnico con un presente increíble y un futuro maravilloso: Matías Konstantinides. (Aplauso) A Pipi Sánchez y Ariel Orozco, que están en Mendoza y nos dieron una mano muy grande cuando fuimos a trabajar con la mezcla del disco. A Jorge Nazar, nuevamente por el estudio; a Miguel Puch, ¡grande Miguel!; a Diego Zapico de Acqua Records; a Ricardo Marín, que nos ayuda a distribuir el disco acá; a María Callas, a Scherzo y a Grito Sagrado, por darnos la posibilidad de entregar por medio de sus empresas los discos a los colaboradores del financiamiento colectivo; a Gustavo Visentín y María Eugenia Menta, por haber participado en el disco, y a Pablo Jaurena por haberse venido hasta acá hoy, a acompañarnos; a Mingui Ingaramo le quiero agradecer porque uno de los temas, el que hicimos con Dante, está tocado con un Rodhes. No conseguíamos ese sonido y Mingui me lo cedió, con todo su corazón, como es él, así que Mingui muchísimas gracias. Quiero agradecer a lo más importante en esta noche: a ustedes, por estar acá. Yo sé que es una frase usada miles de veces pero sin ustedes, nosotros acá no hacemos nada. Muchísimas gracias por haber venido y espero que lo hayan disfrutado. (Gran aplauso). Afuera de la sala, en el hall del Teatro, se van a encontrar con los discos, por si los quieren comprar. Están a un precio preferencial por ser la presentación, y antes de irnos con este último tema, que les dediqué a mis hijos y se llama “Con todo el amor de este mundo”, quiero presentar a los cuatro fantásticos. Yo les digo así porque más allá de que son músicos tremendos, son gente que no se encuentra todos los días. (Todos los músicos irán apareciendo con una remera del Damián Torres Quinteto; todos irán dando otro sentido a Doble A) En el contrabajo, Christian Esquivel (Aplauso y Abrazo); en la guitarra, Dante Ascaíno (AA); en el violín, “la Bestia”, Leandro Liuzzi (AA, mientras Damián se saca la camisa para lucir él también su remera); en el piano, con doble aplauso porque cuando lo nombré recién justo se fue, Jorge Martínez (gran AA).»

“Con todo el amor de este mundo” es una gran obra que inicia con una guitarra casi en funk, con el bandoneón liberando la melodía; con arreglos de pajarito en el violín y con el piano y el contrabajo abriendo la música a una experiencia de escucha repetida, para encontrar saludos a tantos maestros, verdaderos leones, que encuentran en Torres un dignísimo alumno.

El fin de “Abriendo cancha” alinea a los músicos en el proscenio, ante una ovación de pie que seguirá cuando se retiren y aumentará cuando regresen, junto a Pablo Jaurena y Eugenia Menta.

Audio. Textual de yaguareté feliz:

«Ahora sí estamos todos. Bueno muchísimas gracias de verdad. (Bravos) Infinitas gracias. Nos vamos, ahora sí, con un tema que le hice a este hermano, que se llama Christian Esquivel. Este tango se llama “Peliche”. Muchísimas gracias y hasta la próxima.»

Desde «Buena vida», segundo trabajo de Damián Torres Trío, suena “Peliche” versión Septeto, con piano, violín, contrabajo, cello, guitarra y dos bandoneones. Una locura de escena final. Se prenden las luces; el publico de pie; las dos viejas hermosas mirándose y riendo desbordadas de vaya a saber qué cosa les habrá causado gracia.

Final de una presentación a pura sangre, para aplaudir, apagar el aparatito y ganar la calle con la vida entre los dientes.