Y así noma’i ser

Aca Seca Trío se presentó en Córdoba

6-08-2011 / Crónicas, Crónicas a Destiempo
Etiquetas: , ,

Juan Quintero, Andrés Beeuwsaert y Mariano Cantero volvieron a Córdoba para fortuna de tantos oídos sensibles a las mejores búsquedas de nuestra música.


Aca Seca Trío se presentó en Córdoba

Por | redaccion351@gmail.com

Fotos: Mauro Osorio.

Se miran, se sonríen, se disfrutan. Dan una envidia casi malsana. Bronca dan. ¿Cómo van a dar bronca? Bueno no. ¡O bueno sí, qué tanto! Del amor al odio hay una esquina de boulevard sin cartel que prohíba girar en U. Ni siquiera una rotonda que maree los impulsos. Venimos de la mano y de pronto vuela una chaveta: el deseo de que le vaya mal a quien nos desvela, emociona, desespera. Nos vienen haciendo tanto pero tanto bien que ya estamos para el volantazo. Qué lindo sería si pifiaran una nota, de bronca nomás.

Mentira, por cierto. Pero ojo, tiene su sentido. Un párrafo podría jugar a ser una escalerita que sube desde la izquierda. Acá abajo, en el primer escalón, sentamos a los artistas que nos mueven tres pelitos de una ceja. ¿Vamos subiendo? Mire éstos del tercer escalón: simpáticos artistas, nos divertimos, le convidamos un trago y un espantasuegras. Pero no nos tentemos, sigamos por favor. En el promedio del ascenso nos encontramos con River, perdón, con artistas que ya tramitaron la tecnicatura para desordenar el pulso. En el séptimo escalón: efecto invernadero. Del setenta por ciento de agua preso en el organismo, unas décimas se piantan por los redondeles que ya ven medio nublado. Octavo: amor pasado por agua, a la vainilla, a lo Girondo. Sin pañuelo, empezamos a tirar los mocos para arriba. Un poquito más que ya llegamos. Los del noveno escalón nos masajean las piernas, saben dejarnos mansitos, como cuando vemos llover; vulnerables como cuando nos cortan el pelo. Nos abarcan la parte del ser que nos enorgullece. Lo mejor de nosotros llega finalmente al último escalón: vértigo, sensación de absoluto. Un anticipo del fin nos dispara para cualquier reacción. El arte de los mejores artistas nos rodea. Tomados no: agarrados de nuestra posible descendencia, sacamos todo de nosotros. Sobreviene la risa, el llanto, el giro en U, alaridos, imprecaciones, envidia, bronca tardía: cómo hacen junaygransiete.

Hacen lo que les gusta hacer. Por eso se sonríen cuando se miran. Porque se respetan. Nos respetan. Aceptan venir a tocar a Córdoba una vez más, prefigurando un amor de recital. Sobran los motivos para volver: un repertorio honoris causa, una junta de amigos músicos casi acostumbrados a las alturas, y admiradores, melómanos entrenados en las escalinatas del Parque Sarmiento.

El recinto es el Teatro Real. El momento es un miércoles a las 21.30hs. Cuántas de las últimas noches de miércoles habrán transitado alegremente hacia el olvido, dispares a esta noche de celebración. Miércoles de reuniones, de partidos de fútbol, de exámenes, de cenizas volcánicas pianta aviones, de cenas en familia, de entrenamientos, de telenovelas, de clases, de ensayos, de charlas, de guardias, de asados fijos, de lo que haya que hacer un miércoles a la noche para llegar sin sobresaltos al jueves. Todo lejano, disímil al planteo del tiempo que antes de reparar en las bisagras de la semana, confía en el poder de convocatoria de tres tipos geniales, buscadores y encontradores de la belleza en sus interpretaciones de nuestro folclore.

Juan y Lucas
Platea colmada. Palcos y balcones chochos de la música que ya empieza, apenas todo oscurezca y se suba el telón. Lucas Heredia inicia el set con un puñado de obras de su disco editado el año pasado: “Empujando hacia el sol”, “La verdad al final”, “Adentro hay un jardín” y “Barrilete”. El disco que agrupa estas canciones ya es un clásico. Pocos artistas pueden jactarse de su primer disco. Muchos no deberían jactarse de ninguno de sus treinta o cuarenta intentos fallidos de espantar suegras.

Antes del cierre. Lucas invita a Juan Quintero a cantar “Un sueño inmenso”, tema que no vamos a adjetivar para no redundar con el suspiro de Lucas al final, extasiado ante la interpretación de Juan y el piano de Gastón Testa.

A los pocos minutos, los Aca Seca en el escenario, sentados a los mismos instrumentos utilizados por la formación de Lucas. La puesta deja un amplio espacio entre los músicos y las primeras filas de la platea.

La lista de temas inicia con “Maricón”,“Clavelito Bllanco” y “A pique”, canción que según Juan, “ casi gana el festival del llanto”. Sigue “Monte Maiz”, de Hugo Fattoruso; “Carcará”, de Fandermole, con un estupendo miniset de batería en el final; y “La música y la palabra” del Negro Aguirre.

El sentido del humor de los Aca Seca reposa en el silencio cómplice, apenas roto por una insinuación que concentra las miradas en Juan. Entre tema y tema, parece que va a decir algo y no. Parece que va a presentar lo que sigue, pero se toma un tiempo y un gesto mínimo cubre de sonrisas a toda la sala. Finalmente, cuenta una vez más la historia de “Últimas palabras de aliento”, obra compuesta en el marco de un homenaje a Cervantes. “Resulta que bueno, me puse a leer el Quijote para encontrar inspiración. Ya iba por la página 298 y ni “lara-lara”. Cuando ya lo estaba por abandonar, encuentro las palabras de Sancho, de aliento al Quijote, ya casi decidido a poner fin a sus aventuras”.

En “Pasarero”, también del Negro Aguirre, entra Lucas, para delicia del Paraná. Con “Adolorido”, el trío revisita su chacarera de apertura al primer disco. “Cueca del agua”, de Javier Cornejo, precede a “Ventanas”, tema que da nombre al último trabajo. La lista vuelve al 2003 con “Agarrao”, gato de Pepe Nuñez, y “Coplas al Agua”, bellísima letra y música de Juan . Siguen “Chiquita”; “Esa Tristeza” de Eduardo Mateo, tema que hizo volar un platillo de Mariano Cantero; “Comadre Dora”, de Rubén Cruz y Néstor “Poli” Soria, autor éste último, junto a Juan Falú, de una de las zambas más bellas de nuestra música, la “Zamba del Arribeño”, llevada más allá de todos los escalones posibles por Mercedes Sosa y Liliana Herrero.

Vienen los agradecimientos a los chicos de Luz Verde Producciones, a los cuales nos sumamos con alegría, sobre todo por mantener un nivel impar de calidad en los eventos, y el cierre formal con “Hayno del diablo” de Fandermole y Lucho González; y “Paloma”, perla del último disco.

Fin de la noche. Se van los músicos, vuelven los músicos. Vienen los bises. Los tres músicos saben que los bises no fallan. En el proscenio, a capella, interpretan, para dejarnos a todos mansitos, “Pobre mi negra” y “Domingo i chaya”. Los aplausos los traen para una última interpretación de “Panambí Johvé”, del inagotable Ramón Ayala.

Como anticipamos, Aca Seca ganó, gustó y goleó.

En octubre vuelve Juan con Luna Monti.

Habrá que esperar un poco y así noma’i ser.