Con permiso

Viva y Sonriente

25-03-2018 / Con Permiso, Lecturas
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Nuestro orgullo, nuestro tributo, nuestro pequeño llanto ante su inmenso dolor, no es recordarlos: es recordarlos colectivamente.


Viva y Sonriente

Por Luciano Debanne.

Foto: Ana Mariani.

Nuestro orgullo, nuestro tributo, nuestro pequeño llanto ante su inmenso dolor, no es recordarlos: es recordarlos colectivamente.

No son los parques, ni los museos, ni los monumentos, ni las placas -aunque ahí están diseñados con nuestros sueños, construidos con nuestras luchas, defendidas con nuestros trabajos.

Ahí están cada uno de esos espacios y ahí estaremos para ponerle el cuerpo cada vez que algún intendente de pacotilla confunda el pozo oscuro de nuestra historia con una mala administración de los recursos públicos, cuando crea que recordar se trata de tapar baches, de cubrir errores.

No son las instituciones nuestro homenaje mejor: es la marcha viva y sonriente, la música, el grito común, es el abrazo de los que se encuentran a la vista de todos.

Nuestro homenaje es que en el recuerdo haya olor a choripán, y banderas, y estruendos. Que recordarlos sea parar el mundo, sentarse en pequeñas rondas en medio de la avenidas más céntricas de las ciudades y compartir un mate, un chiste, una anécdota, el juego de nuestros hijos.

Nuestra pequeña revancha en su nombre, es que su recuerdo sea parte del rito de reconocerse, de volverse a ver, de ir a buscarse.

Nuestra alegría es que nos unen, nos igualan, nos hacen andar juntos. Que bajo su mirada y su recuerdo nos reconocemos sujetos políticos, capaces de hacer, deseosos de estar con otros.

No es el llanto de las tumbas, no las tuvimos, no las tenemos.

Sus fantasmas -compañeros, fraternales, paternales- nos cuidan y protegen en las calles. En las calles nos cuidan.

De tanto odio, nos protegen la alegría y el amor.