Asistencia Imperfecta

La Chuncana encendió Casa Babylon

15-06-2018 / Asistencia Imperfecta, Crónicas
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El sábado 9 de junio, la peña de José Luis Aguirre y su banda reunió a grandes músicos en el legendario espacio del Abasto. Compartimos imágenes y apuntes de un encuentro que tendrá que repetirse.


La Chuncana encendió Casa Babylon

Por | rodrigoperez975@gmail.com

Sucedió como suceden las juntadas con las amistades entrañables. La concurrencia se iba arrimando y José Luis Aguirre fue recibiéndola bien de cerquita, en un escenario armado al ras del piso. La ronda comenzó con anécdotas y canciones junto al querido Huguito Fuentes, un transerrano de ley, a quien conocemos porque el José Luis ya nos lo ha presentado en sus canciones. Ya son un sello del Hugo su vincha, su paso del gallo y su relincho.  Vehemente y vital, salta en una pata al ritmo de «¡furia, furia, furia!», toma las riendas y espanta con un rebenque imaginario las amarguras verdaderas, como si estuviera domando a la mismísima realidad desbocada. ¡Notable!

Mientras tanto, el Trío Chuncano se iba preparando en el escenario grande para sorprender con un paisaje sonoro lleno de tierra y monte. Mucha fuerza de voz, de guitarra, de bombo y de vientos. Toda la energía puesta en un mensaje de amistad, en la reivindicación de la vida natural y sencilla como una alternativa saludable frente al atropello del consumismo y de la alienación.

La transición entre cada una de las presentaciones se fue dando de manera natural, como en una casa de puertas siempre abiertas cuando van llegando las visitas.

De nuevo abajo y con la gente armando la ronda, se presentó a un invitado sorpresa: el Mono Criado. Junto al violinista Walter Urán, llegaron desde Santa Fe para sumar calidez al fogón de esta esperada noche de otoño. Después de su música, mientras prometían un pronto regreso a Córdoba, anunciaron al próximo artista.

Se corrió entonces el telón y apareció en el medio del escenario principal, sonriente y tranquilo, Yacaré Manso. Vino desde Corrientes acompañado por Leandro Brignone en vientos y José Luis en el bombo.

La guitarra del Yacaré tiene estampada la imagen del Gauchito Gil como para ir dando cuenta de dónde viene, de cómo viene. Sus cuerdas están encordadas como para un diestro, pero quien la pulsa es zurdo. Formando los acordes al revés, haciendo los rasguidos al revés y bordoneando con las cuerdas al revés, Yacaré Manso comenzó a pintar su paisaje del litoral. Paseamos en canoa con la musicalidad mecedora de los ríos de la Mesopotamia mientras el tiempo volaba.

Para quienes teníamos algunas pocas referencias de la obra de Yacaré Manso, sólo fueron necesarios unos pocos minutos para sentir y saber que estábamos ante un amigo de toda la vida, un chamigo que viene recorriendo el sendero largo del arte independiente y que llega a compartir con nosotros su alma y su constante búsqueda. Y lo hace justo acá, por estos tiempos y en estos espacios. Nada es casualidad. Una hermosura su actuación correspondida por bailarinas y bailarines que se adaptaron a las «yacareras» muy ardilosamente. Se despidió con una generosa lluvia de discos sobre los brazos, elevados en el aplauso. Quedó así de manifiesto el agradecimiento mutuo de poder celebrar la alegría de una noche histórica.

La cuyaniada vino después, de la mano de los Algarroba.com. Con la formación reducida «para poder entrar en la renoleta» según dijeron, vinieron a traernos cuecas, gatos y tonadas representativas del extremo puntanto de la lonja chuncana. Una belleza la versión de «Pisando nubes» junto al anfitrión, homenajeando a la Plaza Sarmiento de Villa Dolores como un altar sagrado para «chapar». El combo de virtuosismo y humor pícaro de estos changos confirman que Traslasierra es cuna de poetas, de cantores y que «son di’ahí para hablar macanas». La voz que hizo ineludible el baile, un trío de guitarras prendidas fuego, más una seguidilla de cogollos bien pagados dijeron San Luis presente y elevaron el jolgorio hasta la felicidad misma.

 

Ya casi promediaban las cuatro de la mañana cuando José Luis, Mariano Vélez, Lucas Milicay, Fede Seimandi y Mauro Ciavattini se ubicaron detrás de los instrumentos. El danzar ancestral de Sonia Lescano y Pancho Sparantino sobre el escenario y la espontaneidad del público serpenteando primero con un tren de carnavalito, luego con un topamiento chayero y con permanentes ruedas comunitarias de gatos y chacareras colectivas terminaron redondeando el concepto de la peña como encuentro fraterno.

El repertorio inició con la ternura del «Huainavalito» y pasó por múltiples paisajes: el azul de Traslasierras, la belleza de la Pampa de Pocho, «La vuelta larga» por los demás valles, la imponencia de las Altas Cumbres y el vuelo sanador de penas del «Vientito de Achala». Así llegó a la Córdoba Morena, para recorrerla bien por dentro, «cuartetiando», reflexionando, «Tranquilo pero con fiesta». El contrabajista cantando «soy un muchacho de barrio» quedó registrado entre los momentos memorables de la noche. Definitivamente, Seimandi es el otro gigante de Alberdi.

 

Los bises no tenían más lugar en los tiempos de la ordenanza municipal. Ya desenchufado, el José Luis se volvió con la guitarra al escenario bajito y aunamos nuestras voces y nuestros corazones en himnos cimientes del cancionero popular.

José Luis Aguirre en el final de la Chuncana

Nadie quería que la peña termine y conspiraron los astros para que la magia del cierre quede sellada con uno de los encuentros más anhelados. ¡Nadia Larcher estaba entre el público! Se llegó después de su actuación esa misma noche en la segunda fecha de la ciclo Siete Mujeres junto al Flor Sur Cello Trío, Maru Chamella, Bren Coll y Ana Robles en Cocina de Culturas.

Emocionada, Nadia no podía creer cuando José Luis la llamó y la invitó a sumarse a esa verdadera comunión de madrugada. La copla popular nos transportó a Catamarca en un dúo de voces que hoy escriben la historia de la música de raíz con tinta indeleble.

José Luis Aguirre y Nadia Larcher en la Chuncana

Mejor imposible. El sonido perfecto, las luces inmejorables, el lugar justo, el público hermoso, la coordinación aceitada, un enorme grupo de personas, entre ellas Malu Maldonado, Flor Besso, Eli Rodríguez y Guido Gironelli haciendo hasta lo imposible para difundir el arte independiente. Forman una red, tejen una urdimbre que abriga y que contiene. Arte y vocación de convidar belleza.

Ya circulan por las redes fotos espectaculares de Huaira Lucero que ilustran acabadamente lo que no es posible poner en palabras.

La esperanza de un mundo mejor y más humanizado, la armonía con nuestro entorno, el respeto hacia las personas y hacia la Pachamama, el buen humor y la celebración de nuestra existencia se puede vivenciar en estas experiencias.

Ojalá seamos cada vez más las personas conmovidas por lo que pasa y suena acá, cerquita nuestro.

Pareciera ser que con La Chuncana queda inaugurada la conquista de un nuevo espacio de encuentro, de abrazos, de alegría y resistencia. Gracias infinitas a esta peña, a esta primera edición de un ciclo del que ojalá podamos seguir siendo parte, para encender la llama del encuentro una y otra vez.