• Marcos Sahade

Marcos Sahade

2016

Cada año que comienza hago las proyecciones de lo que quiero lograr durante los siguientes doce meses (proyecciones muchas veces escritas), sin embargo, no siempre las cosas se dan tal como las pensé o soñé. Pero a decir verdad, la realidad siempre termina superando lo soñado. Y eso es parte de la magia de la música: nunca deja de sorprenderte haciendo cosas que, si bien jamás estuvieron planeadas, te llenan el alma (algo que todo artista y trabajador de la música busca incansablemente con cada nuevo proyecto). El 2016, fue un año distinto. Luego de un 2014 y un 2015 “saturados” de proyectos que abarcaban a muchas personas pero dependían casi exclusivamente de mí (estando al límite de mi capacidad de abarcarlos de la forma más óptima), decidí afianzar, reforzar y concentrarme en menos proyectos para que sean dueños de toda mi atención y dedicación. Sólo uno de estos proyectos es el que quiero compartir en esta oportunidad.

Como director de la Orquesta Escuela Mediterránea (proyecto impulsado por la Fundación Pro Arte Córdoba) tuve la fortuna de recibir a la par de lo que daba. Trabajar con entre 120 y 200 niños a la vez significa poner en todo momento una energía que hasta yo mismo desconocía, pero que vuelve con creces, como una potente corriente de energía y optimismo por parte de los niños. Y poco a poco la mirada va yendo desde lo global a lo individual, advirtiendo los cambios positivos que se van dando en cada uno. ¡Esos cambios que sólo puede generar la música! Abarcando 10 escuelas públicas de la provincia confluyeron chicos con realidades muy diferentes. Y es que la Orquesta les da la oportunidad de ser iguales pero diferentes. Iguales en derechos y oportunidades, pero manteniendo las diferencias que hacen de cada uno un ser único. Poco a poco las calles de algunos barrios se empiezan a llenar de niños de entre 10 y 13 años caminando con un violín, una viola, un cello o un contrabajo. Niños que conocen quién fue Beethoven por interpretar su música incluso antes de haberla escuchado. Niños que tocan su instrumento en una gran orquesta y son partícipes de jornadas intensivas de clases y ensayos con la misma naturalidad con la que juegan en el patio de su casa. Niños que tocan desde un merengue, un rock o una chacarera hasta una obra de Händel o Tchaikovsky con las mismas fuerzas, ganas y disfrute. ¡Porque saben que todo es música! Y la música no hace diferencias. Niños que a través de la música empiezan sorprenderse con un sinfín de realidades, puertas y oportunidades que nunca habían imaginado… Las mismas que me sorprenden año tras año por fuera de todo lo proyectado y planeado de antemano. Y sí, es que definitivamente esa es parte de la magia de la música. Nunca deja de sorprenderte. Igual que un niño…

Sin dudas el 2017 no va a ser la excepción.

 

2012

Para mí fue un año de muchísimo trabajo, donde tuve que funcionar como un motor constante para que los proyectos que generé puedan caminar.

Por un lado, para sostener la Orquesta Sinfónica de Río Ceballos, sin ningún apoyo oficial (pero con todo el apoyo incondicional de los músicos); y por otro lado, el inicio de nuevos proyectos que comenzaron exitosamente: «I Encuentro Nacional de Coros, Río Ceballos 2012»; Orquesta Juvenil de las Sierras Chicas, entre (varios) otros proyectos.

Estoy muy orgulloso del movimiento artístico en general que se está generando en las Sierras Chicas (el lugar donde elegí vivir desde hace 4 años), y contento de poder contribuir a esto, donde antes los músicos tenían que ir a Córdoba para desarrollar su actividad, y ahora en cambio otros vienen de Córdoba para esta zona.

¡Abrazo!

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