• José Halac
  • José Halac

José Halac

2018

Foto: Santiago Hafford.

Fuu un año de cambio y crecimiento musical. Lo más importante que ocurrió fue la grabación del disco de canciones escritas por Mariano Olmedo que produje, arreglé, grabé en mi estudio y toqué en mi piano. Este disco significó un regreso a la música popular pero con toda la experiencia de la música contemporánea que vengo cultivando desde hace tanto tiempo.

El disco comprende seis canciones que más que arreglar, “reconstruí” para que la canción fuera parte de una obra que la contenga. Mariano Olmedo tenía una banda llamada “Baila el Mono” en los ’90 y era el cantante y compositor. Es también un conocido sonidista cordobés. Trabajé con Fede Seimandi en contrabajo y Vivi Pozzebón en percusión. El resultado se podrá escuchar este año.

El otro evento importante creativo de mi año fue el estreno de “Milagro”, obra electroacústica para piano y electrónica estrenada en la Sala Argentina del CCK. Y entre las obras que escribí, la electroacústica “MAR” en la que descubrí cómo hablar de otro modo con materiales sumamente fluidos y deslizantes. Mundos sonoros muy diferentes todos pero que expresan ideas y emociones que quizás no son muy escuchadas o promovidas pero que arman un mapa de lo que pienso del sonido y el lugar de la música en mi historia personal y en ese “estar en el mundo” que las obras siempre andan buscando encontrar.

Este anuario fantástico es un lugar perfecto para avivar los vientos y que el sonido se propague. Gracias por eso.

 

2017

Año del tigre.

Mentira, no fue al año del tigre pero yo soy tigre de agua según el calendario chino y fue un año atigrado musicalmente, con muchas nuevas energías que se soltaron luego de estar acumuladas varios años anteriores.

Mis procesos son medio de juntar y acumular y luego de soltar todo junto con mucha fuerza. Hay años flojos y oscuros y otros muy fuertes. 2017 fue un año fuerte y 2018 pinta también así.

Hice varias obras nuevas, experimentales of course, pero los géneros no importan tanto creo. Lo que importa es la intensidad. Yo hago música porque tengo ideas de intensidades que tienen que ir a parar a algún lado. Generalmente es en grupos que me piden músicas y yo me las arreglo. Por ejemplo, una pianista brasilera, Ana Claudia de Assis, me pidió una obra mixta electroacústica para estrenar en Córdoba y Buenos Aires y luego en Belo Horizonte. La hice y se llama “Acanthus”. Inventé una maquinaria de pianos imaginarios que se mezclan con el real que toca Anna y con muchos giros y cambios, transformaciones, la maquinaria se va moviendo y mostrando sus movimientos e intensidades.

También hacia fin de año un alumno de la universidad, Guido Rivera, me pidió una obra para dos flautistas que se iba a estrenar en un festival de nuevas músicas organizado por él. La hice y se llama “Jeanne et Max”, dedicada a Máximo, el hermano de mi esposa Celina y su hija Jeanne, ambos fallecidos en París en 2010. La obra no es triste. Todo lo contrario, es una danza de dos colibríes que son ellos pero retornados a esa forma de vida.

Otro mojón muy lindo del año es una obra también pedida por Ceferino García y Pablo Araya para una jornada que ellos organizan y llaman “Micro Jornadas de Composición”, dedicadas a la composición experimental y contemporánea. Ahí me ofrecieron un percusionista, Javier Muñoz y yo decidí componer una obra para electrónica y redoblante. Quería ver qué se podía hacer con un solo redoblante. Al terminar de componer, no tenía título la obra y por esos días fue lo de Santiago Maldonado. Decidí que esa obra ya estaba teñida de esos eventos trágicos y simbólicos y a la obra le puse “¿Dónde está Santiago Maldonado?”. Creo que la política puede perfectamente atravesar el arte y cargarlo de nuevos sentidos sin ningún perjuicio. Recuerdo una famosa obra para piano de un compositor de Estados Unidos, Frederick Rzevsky, llamada “The People United Will Never Be Defeated” (El pueblo unido jamás será vencido).

En marzo me dieron el premio de la Agencia Córdoba Cultura al mejor diseño de sonido de una obra de teatro por “El Cura, teatro coral”. Hermoso proyecto de 2016 sobre la obra de José Luis Arce y un grupo de actores geniales que decidí convertir en un coro de onomatopeyas y lingüisismos que reemplazaran la ausencia total de escenografía e hicieran a la vez de coro que re significa todo lo que el texto va diciendo, no sólo mutándolo, transformándolo, sino que también el coro hace de una iglesia virtual, un espacio acústico que no se ve, pero que se escucha. Una alusión a la virtualidad acústica de toda la idea de la Iglesia de creer sin ver.

Finalmente comencé un proyecto de canciones convocado por Mariano Olmedo, que aparte de ser un conocido sonidista cordobés, es músico (tenía una banda llamada “Baila el Mono”) y hace canciones muy raras y hermosas y canta muy extrañamente bien. Ese proyecto (que incluye a Vivi Pozzebón y a Fede Seimandi) será grabado en febrero y saldrá como EP. Significa un giro a la canción que no hacía desde hace muchos años y, como dije al principio, responde a eso de tener acumulados deseos de años de espera y elucubraciones inconscientes que se largan todas juntas en un proyecto. Veremos que pasa…

 

2016

2016 fue un año triste políticamente hablando y el arte ha sido un refugio para tanta violencia y especialmente la música fue para mí muy buena amiga. Me dio algunas satisfacciones creativas porque terminé una obra para el ensamble Compañía de Música Oblicua que se va a estrenar el año que entra. Es un tratamiento sobre el intenso poema «Caminos del Espejo» de Alejandra Pizarnik.

Otro regalo hermoso fue tocar mi «Pequeños Cantos» para piano y electrónica en el San Martín. Ese Steinway maravilloso en esa sala tan perfecta con tanta gente durante el festival Plataforma 21. En ese festival tuve el placer de escuchar al Proyecto (Red) Ensamble, a Pablo Cécere y Constanza Pellici. Armamos «MOR» con ellos y Jorge Castro. Y tuve un placer enorme como fue trabajar con “El Cura”, la obra de teatro coral de José Luis Arce.

El concierto que más me gustó del año es sin duda el de María Cecilia Leunda, soprano y la pianista Ana García con canciones francesas y alemanas del siglo XIX, con una puesta teatral y escenográfica maravillosa, canto y pianismo fantásticos.

Córdoba con todo el talento, todos los artistas, toda la belleza, la juventud, que es pura esperanza. Espero para 2017 que la política se re-cargue de sentido, que se crea en el arte y en los artistas nuestros y que los teatros oficiales, las agencias de cultura, las fundaciones privadas recuperen la fe en el apoyo y la creación de nuevas obras y festivales.

Que no se ceda al miedo y la abulia. Que no cunda el desencanto. Que vuelva el encanto.

 

2015

2015, año clave. Político pero peligrosamente a-político.

Vivimos invadidos de insultos, luchas partidarias y enfrentamientos donde lo cultural se vió transparentado en la ignorancia y la lucha por aprender a ver y no dejarse engañar con espejitos de colores y globitos llenos de aire.

La cultura y el arte ya dieron cuenta de todo eso y para mí fue aleccionador. Tuve estados de vigilia y de creatividad pero también de desolación y decepción. Los artistas cordobeses pudimos constatar que el arte no es para entretener sino para iluminar y personalmente pude ver eso en acción. Componer y organizar conciertos de música contemporánea, trabajar con teatristas comprometidos y darle peso filosófico y político a la Bienal que organizo por tercera vez en la Facultad de Artes me dieron algo de fe en que las cosas pueden cambiar de verdad, hacia adentro y desde adentro hacia afuera, para evitar que esas ideologías del vacío y la individualidad no terminen de pudrir nuestro medio ambiente existencial.

2015 puede ser el comienzo de un largo camino de luchas y de creatividad insospechada.

Espero que la estupidez y la ignorancia no triunfen.

 

2013

El 2013 me vió tocando en el Festival “Santo Noise” que organiza “La Cúpula”, bailando y tocando tambores con el grupo de danza Clap! y el Proyecto(Red)Ensemble, en la obra “Amaranto”, dando conferencias y seminarios de música para cine, en el Festival “Tsonami”, en el Festival de Cine de Los Hornillos, estrenando una obra de interacción web poética y audiovisual llamada “Eroica” en Nueva York, y disfrutar del estreno de obras para orquesta sinfónica dentro del proyecto “El Dirigible” y del Concierto de Alquimistas, ambos de compositores de nuestra facultad, en donde vi creatividad, nuevos sonidos, formas extrañas, músicas populares llevadas a terrenos desconocidos, sonoridades extrañas llevadas a terrenos conocidos, y mucha locura inconsciente, mágica, inteligente y sensible que es lo que trato de proponer en mis clases y en mí mismo. Puse un granito de arena con el Festival de Tango Movimiento Vivo e invitando al genial Agustín Guerrero a mi cátedra.

Puedo decir que Córdoba es un terreno creativo con potenciales increíbles a pesar de los esfuerzos por una homogeneización cultural que hace de la gente presas fáciles del consumismo banal. He festejado la aprobación de la Ley de Medios y la Ley de la Música con muchísima alegría por la enorme significancia que tienen para la cultura que lo cubre todo en la vida de un país.

Viví con mucha tristeza la muerte de Titi Rivarola. Compuse mucha música que voy a estrenar en 2014, entre ellas un cuarteto de cuerdas que escribí Encima del Contrapunctus 14 de Bach, su última e inacabada obra. Reflexioné sobre el día 4D del Saqueo cordobés y mi reflexión espontánea en Facebook fue publicada en la revista de Psicoanálisis “Contingencia”. Vivo lo más intensamente que puedo pero no es suficiente.

En 2014 espero ver la vida más de cerca y explotar lo viejo para dar lugar a lo nuevo. Espero lo mismo para todos.

¡Felicidades!

 

2012

Un año que sonó perfecto: los alumnos de composición de la Facultad de Artes crearon como nunca, experimentaron y se jugaron con ideas muy jugadas y enérgicas.

Desde la orquesta sinfónica hasta una flauta dulce, hicieron sonar todo con inteligencia y pensamiento nuevo.

Para mí, el año cierra con ellos y se lo dedico. Me enseñan a enseñar.

Abrazo y felicitaciones por la iniciativa.

Ver más