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Eugenia Menta

2019

Inspirada en la pluma de Antonio Muñoz Molina pensaba en alguna jovencita leyendo una novela de Samuel Beckett; en cómo Walter Benjamin se consolaba y distraía leyendo «Le rouge et le noir»; en Stendhal a sus siete años leyendo la aventura de los molinos de Don Quijote; en la celda inmunda donde Martin Luther King, fortaleciendo su voluntad de resistencia, leía «On Civil Disobedience» de Thoreau; en esas mismas páginas leídas sesenta años atrás en otra celda, en Sudáfrica, por un joven abogado que todavía no se llamaba Mahatma Gandhi.

Lo casi desconocido o minoritario puede sobrevivir como una semilla enterrada y multiplicarse y difundirse por canales secretos y estallar de pronto en la plena luz al cabo de mucho tiempo.

Haces lo que quieres y lo que puedes o lo que no tienes más remedio y lo haces poniendo los cinco sentidos, pero no sabes lo que saldrá, y no tienes ninguna garantía de nada.

Me pregunto:

¿Es ridículo e incluso censurable que dediques tanto esfuerzo, en una época de causas públicas tan urgentes, de injusticias tan terribles, a algo que tiene sobre todo una legitimidad estética, que empieza y termina en sí mismo?

Cuando era adolescente me impresionaba mucho una cita de Gabriel Celaya: «Podría escribir un poema perfecto/pero sería indecente hacerlo en estos tiempos». ¿Indecente por qué? ¿Qué indecencia hay en hacer lo que nace hacer? ¿Y en qué se funda esa altanería? ¿Tan fácil es la perfección? ¿Tan seguro estás de conseguirla si te lo propones?

Walter Benjamin coleccionaba juguetes y libros infantiles. En su diario de Moscú, Benjamín cuenta largos viajes difíciles por la ciudad bajo la nieve y el hielo para visitar el Museo de los juguetes y los mercadillos de los barrios extremos en los que podían encontrarse juguetes y libros infantiles de saldo. En 1926, en la grisura de días sin sol y sin esperanza de nada, resaltarían más los colores puros de los bloques de madera de los juguetes y las ilustraciones de los álbumes infantiles.

Cómo los libros, cómo los juguetes, cómo la música: «Ser» para semillar, para multiplicar, para estallar luz plena, intensidad pura, lo prodigioso tangible.

 

2017

Terminando el 2017… Me encuentro intentando hilvanar algunas palabras que describan mi tránsito artístico y humano por sus días y meses, con las emociones laceradas ante una nueva e infame noticia del gobierno que nos representa: la que golpea hoy a los jubilados, sector vulnerabilísimo de nuestra sociedad.

«Enciende los candiles que los brujos piensan en volver a nublarnos el camino….» cantaba Marian Pellegrino en nuestro reciente «7 mujeres», concierto homenaje a la mujer del Flor Sur Cello Trío realizado el pasado 7 de octubre. Y repensando ese espectáculo y las demás actividades artísticas y de producción que he llevado adelante en el 2017 llego a la alentadora conclusión de que cualquier forma de arte, en mi caso puntual la que puedo brindar desde un escenario como violoncellista, se vuelve más que nunca un compromiso ineludible para mostrar la realidad desde otra forma de percepción, desde una profunda toma de conciencia. Conciencia de mí misma, de mi medio y de mi país. Más que nunca aspiro a eso. Que la música sea motor para crear conciencia. Para resistir, al igual que las bolsas de resistencia de las que habla el subcomandante Marcos. 

Prima el deseo de ello en mí, hoy iniciando el 2018.

Agradezco a la infinidad de músicos con los que pude compartir este 2017. Por todo lo que aprendí de ellos, por la generosidad, el cariño, el compromiso.

¡Que viva la música!

Foto: Dante Ascaíno.

 

2016

Fue llamativamente frecuente este 2016 volver a los versos de Roberto Juarroz:

«…La insistente pero no incólume
disposición a celebrar
Que la ceremonia sea
algo más que el ancestral temblor de abrir los ojos y cerrarlos.»

Este año trajo cierto vértigo emocionante en el crecimiento del proyecto que llevamos adelante con mis compañeras Ailín Gazzo y Marcela Vicente. El Cello Trío llenó Salas del lado de arriba del escenario, y del de abajo. En la ciudad, interior provincial y demás provincias de nuestro territorio nacional. Y el abrazo con público y artistas que se sumaron generosos a las distintas propuestas fue simplemente maravilloso. Siempre de la mano de Jorge Martínez, pluma leal y deslumbrante. No tengo más que palabras de agradecimiento y mucha energía de la bonita para seguir produciendo.

Por otro lado es intenso, muy significativo festejar los 15 años de trayectoria con Numen Cuarteto De Cuerdas. Amigos con los que por Agosto del 2001 encaramos este sueño. Compromiso, estudio, templanza, amistad, acompañamiento, tantos valores desprendidos de tamaña experiencia.

Y mi diario trabajo, pilar fundamental de todo lo demás: la Orquesta Provincial de Música Ciudadana dirigida por Damián Torres. ¡Año de aniversarios parece! Ya que este 2016 se cumplen mis 20 años de integrar la OPMC, con la clara certeza de estar en la mismísima etapa de oro del organismo. Desde la dirección, arreglos y composiciones de nuestro director hasta los proyectos planteados. Con el anhelo creciente de que el aparato oficial que debería estar al servicio de semejantes Orquestas Provinciales pueda brindar mucho más.

La Orquesta Típica Ciriaco que dirige Pablo Jaurena es un regalo maravilloso. Un viaje en el tiempo recreando los estilos de la música que tanto amo. Tan agradecida a la labor de Pablo también y a hacerme parte.

Y demás proyectos que siguen sembrando y que en su conjunto me hacen una persona plena y feliz.

Me ayuda el amigo Juarroz para explicar este gracias enorme que hoy quiero soltar, para que viaje nomás.

«Comuniones secretas:
Fundación de otro adentro.
Y más adentro todavía
Fundación de otra nada.»

«Confieso que he vivido» memorias de Pablo Neruda, (libro que amo y vuelve a mí de vez en cuando…). El Poeta escribe en una prosa bellísima gran parte de sus memorias. Como buena estudiante de letras modernas mis libros son mapas llenos de trazos, que probablemente a otro lector fastidien. Mientras, para mí, cada línea trazada es un acto de pleno significado, de aguas profundas en movimiento. Anoche di con estas líneas en las que el Poeta narra su experiencia en la Unión Soviética; con el comunismo y ciertos escritores rusos. Líneas que me brindan las palabras precisas para sintetizar la plena sensación de Ser y Hacer que me mueven hoy. Contra el frío, contra el hielo, contra el agua, contra el crítico, hasta recoger cada vez una pesca mayor. Quiero agradecer a la vida, por las ganas, el camino y las gentes luz. Así seguiré cada día: derrochando paciencia, soportando la temperatura y la crítica adversa, desafiando el ridículo, buscando la corriente profunda, lanzando el anzuelo justo, para después de tantos y tantos trabajos, sacar un pescadito pequeñito. Sólo porque está profesión me hace feliz. Gracias a todos y a cada uno. ¡Y Vamos por más!

«Pasadas las afueras de Moscú, rumbo a otra ciudad, veo unas anchas rutas blancas. Son los ríos helados. En el cauce de esos ríos inmóviles surge de cuando en cuando, como una mosca en un mantel deslumbrante, la silueta de un pescador ensimismado. El pescador se detiene en la vasta sabana helada, escoge un punto, y perfora el hielo hasta dejar visible la corriente sepultada. En ese mismo momento no puede pescar porque los peces han huido asustados por el ruido de los hierros que abrían el agujero.

Entonces el pescador esparce algunos alimentos como cebo para atraer a los fugitivos. Echa su anzuelo y espera. Espera por horas y horas en aquel frío de los diablos.

El trabajo de los escritores, digo yo, tiene mucho de común con el de aquellos pescadores árticos. El escritor tiene que buscar el río y, si lo encuentra helado, necesita perforar el hielo. Debe derrochar paciencia, soportar la temperatura y la crítica adversa, desafiar el ridículo, buscar la corriente profunda, lanzar el anzuelo justo, y después de tantos y tantos trabajos, sacar un pescadito pequeñito. Pero debe volver a pescar, contra el frío, contra el hielo, contra el agua, contra el crítico, hasta recoger cada vez una pesca mayor.»

Foto: Dante Ascaíno.

 

2015

Los dos últimos párrafos de esta maravillosa poesía de Roberto Juarroz sintetizan el encuentro musical, fraternal y humano que pude vivir a lo largo de este año 2015, de la mano de proyectos viejos y nuevos:

La experiencia soberbia de estar en la planta estable de una Orquesta como la Orquesta Provincial de Música Ciudadana dirigida por Damián Torres (más que impecable en su labor), y diversos directores invitados que impregnan de sentido cada nuevo repertorio a encarar, y alimentan nuestra madera artística, moldeándola, enriqueciéndola.

El cuarteto de cuerdas Numen, agrupación que integro desde hace quince años abordando el más exquisito repertorio para dicha formación, y que este año vino de la mano de nuevos proyectos. Primero, junto al Cuarteto Filarmónico, realizamos hermosas presentaciones en formación de octeto de cuerdas. Y luego, junto al cuarteto Magnolia, abordando un repertorio de Piazzolla, Guastavino y Ginastera, también en formación de octeto.

Participar en calidad de música invitada en un disco como es “Abriendo Cancha” del Damián Torres Quinteto fue un tremendo regalo para mí. Además de compartir la música junto a mi tan admirada Ana Robles, a Fernando Morales, Mario Díaz, Diego Marioni, Romina López, Mario Tozzini, entre tantos músicos más.

Inmejorable también la experiencia de participar de la Orquesta Típica Ciriaco, bajo la dirección comprometidísima de Pablo Jaurena.

Y culminar con este nuevo proyecto de trío de cellos y voces, el Trío Gazzo – Menta – Vicente, agrupación que difunde repertorio de nuestro folklore, tango y canción en formato más que atípico.

Más que una fiesta este 2015. Fundación de otros adentro. Si la música no es para eso, ¿para qué?

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