• Agustina Calderón

Agustina Calderón

2017

Puedo decir que el 2017 fue un año grande. Lo grande trae muchas pequeñas cosas, partes que hacen a un todo.

Debo comenzar con mi mudanza a la ciudad de Buenos Aires. Febrero: calor, humedad, hogar nuevo, dejar atrás la tonada cordobesa que me conquistó durante 5 años allí. Impulsada por la música y el fuerte deseo de crecimiento profesional y personal, es que salí en busca de mi amado teatro Colón. Objetivo principal del año: ingresar al I.S.A. (Instituto superior de artes del teatro Colón).

Así es que comencé mi plan “riguroso” de estudio (lo pongo entre comillas porque es en Buenos Aires y en este año que aprendí de la disciplina del estudio de un instrumento, en mi caso, el canto). Fundación Música de cámara, mi lugar de trabajo y de estudio junto a mi tan querido maestro Guillermo Opitz. Allí no sólo aprendí de interpretación, de música, de poesía, de la emisión. Allí aprendí a ser una artista con herramientas de productora y descubrí una faceta que no conocía como gestora de eventos. Este año hice de secretaria, administradora, publicista y diseñadora gráfica. ¡Jaja! Poniéndole mucha pila y consultándole a profesionales, crecí mucho en este aspecto y lo disfruté muchísimo.

Por otra parte continué arduamente con mis clases de técnica vocal y comencé a estudiar repertorio lírico. Todo un descubrimiento. En Buenos Aires los tiempos en que se obtienen los resultados son diferentes al resto del país. No es que en las otras provincias no haya excelentes profesionales y artistas, es que la ciudad y sus posibilidades te impulsan a subirte a un tren de alta velocidad, en la cual tenes dos opciones: viajás o te quedás esperando a que pase otro y así sucesivamente…

Parte del crecimiento fue reconocer mis tiempos y aceptar que para algunos desafíos aún no estoy lista..

En julio conocí a un hombre, un artista al cual creía tener acceso sólo mediante YouTube. Y hay que tener cuidado con los sueños, porque llegan y a veces más pronto de lo que estamos preparados. En fin, Javier Camarena, un gran tenor mexicano que está haciendo una impecable carrera alrededor del mundo, me dio una clase de una hora… Esa hora bastó para cambiarme la vida, puedo sonar exagerada pero fue a partir de ese hecho que mi enfoque al estudio y a la profesión tomaron otros parámetros. Los parámetros y los tiempos de una persona que tiene una carrera internacional… Eso es lo que yo quiero. Ser una gran cantante, con una técnica definida y segura que me permita pararme y cantar para muchas personas, a lo ancho del mundo y a lo largo del tiempo…

En septiembre llegó mi primer desafío tangible: el concurso nacional para jóvenes cantantes, La Scala de San Telmo. Para el mismo me preparé durante dos meses con mi colega Nicolás Giorgio al piano y mis tres maestros. Estudié muchísimo, pasé por frustraciones y tuve mis angelitos que me sostuvieron en cada momento. Y sin esperarlo, obtuve el primer premio. Fue difícil creerlo, pero fue el día más feliz del año para mí.

En todos estos meses entendí que mi examen para el Colón debía esperar y que el momento no era hoy. No significa que no lo pueda ser mañana., que una institución en sí no determina la calidad de artista que sube a un escenario… Eso llegará con el tiempo, con estudio, paciencia, dedicación, amor, disfrute del paso a paso, aceptación personal y profesional.

Hoy finalizo el 2017 con dos bellos conciertos junto a grandes colegas y en mi ciudad. Definitivamente, no puedo pedirle más a este grande 2017.

¡Gracias!

 

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