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Aguapordentro

2021

Foto: Brenda Bustos.

Es 30 de diciembre del 2021. Soy Pato Matías. Cantante y guitarrista de Aguapordentro.

Ayer fue mi cumpleaños. Y el primer día sin fiebre después de ocho días ininterrumpidos de temperatura debilitante. Covid de fin de año. Aislamiento junto a mi madre y mi compañera. No puedo evadir esta introducción. Ya no pudimos eludir el bicho. Nos cagó las fiestas como a tantos otros.

Pero hoy agradezco tener energía para hablar un poco de Aguapordentro y este año que termina. Creo que como a la mayoría este año se nos pasó demasiado rápido. Tal vez por el contraste con el 2020. Sin embargo pudimos hacer varias cosas importantes para nosotros. Volver a tocar en vivo. Comenzar a grabar disco nuevo. Y ensayar mucho mucho, que es lo que amamos, lo que nos alimenta. Ensayar. Componer. Producir. Maquetear. Grabar. Mezclar. Ensayar. Tocar.

Entre otros eventos, tocamos con Kitucho en la mítica Casa Babylon promediando el año. Y terminando el 2021 compartimos escenario con Toch y Sabor Canela en la fiesta Aire libre de los queridísimos “Montañita”. Ambas experiencias de lo más entrañable del año.

Grabar canciones nuevas en el estudio Desdémona es sin duda otra de las joyas del 2021 aguapordentreano.

Año en el que seguimos cultivando el amor por la banda y por sobre todo, donde afianzamos nuestra nueva formación con un nuevo sonido más potente, más rockero. Cambio que celebramos y que fue posible gracias a nuestro hermanazgo con el querido Martín Bergallo al que ya contamos como un Aguapordentro más.

Así que podríamos decir sinceramente que ahora somos cinco en la familia, sumando también al trío original a nuestro adorado amigo Eze Planté que ya dejó hace rato de ser un invitado.

Así pues, celebramos un año más en este loco mundo.

Brindamos la amistad y el amor a la música.

Y deseamos de corazón un 2022 más saludable, compartiendo la vida y el arte.

¡Salú!

 

2018

En el año que pasó se nos subió el éxito a la cabeza. No tenemos más plata ni más popularidad.

Pero una vez más hicimos lo que hicimos. Tuvimos ideas y las concretamos. Tocamos mucho. Conocimos personas de esas que uno quiere conocer. Compartimos con gente con la que dan ganas de compartir. Hicimos canciones nuevas, versionamos viejas. Mutamos. Cultivamos entusiasmo. Y sobre todo seguimos amasando nuestra visión de «éxito».

Que no es otra cosa que libertad.

 

2017

Intentísimo año. De mucho alboroto interno y externo, de alegrías, tristezas, encuentros y desencuentros para volverse a encontrar…

Este torbellino de año nos encontró pisando escenarios más seguido que nunca, sin viajar tantos kilómetros, pero descubriendo y reinventando lugares a la vuelta de la esquina.

Muy felices de ser testigos y partícipes de la movida que crece sin parar en nuestras queridas Sierras Chicas.

¡Por un 2018 que nos siga encontrando en la música!

¡Salú!

 

2016

Apuntes para una suerte de anuario, de una banda llamada Aguapordentro; serrana, cordobesa. Donde sus cuatro integrantes han llegado a comprender cuánto se quieren y culminando el año festejan tal situación venturosa, compartiendo unas pocas palabras luego de este largo título.

Recibimos, despedimos, transcurrimos.

Bienvenido año que viene. Prontísimo año que viene. Cargado de promesas y sana incertidumbre. Venite amable, venite tibio. Con una manzana bajo el brazo y canturreando.

Adiós año pasado. Año bisagra, año rotonda, año semilla. Rotundo 2016 que has dejado el tendal; de velos, de máscaras, de fichas pesadas y esponjosas.

Año de simbiosis celular en el núcleo de la Banda que forjamos, que afianzamos a fuerza de deseo, voluntad, sueñitos mágicos y austeros.

El 2016 pasó no sin decirnos que Aguapordentro es otro ser. Nos excede a cada uno de sus integrantes. Se nos desdobla y nos mira a la cara, nos desafía en lo más bajo y en lo metafísico. Nos invita a abandonarnos y encontrarnos nuevos.

Aguapordentro, proyecto organismo, elemento de encuentro donde las personalidades se aglutinan “suavemente” en favor de una nueva entidad que burla esa personalidad y desecha lo burdo de esos egos. Y en ese ritual de los martes o los jueves o los sábados, creímos oír al viento o al monte o la curucucha decir que perseguir el espíritu de la música es buscar incansablemente todo aquello que va por dentro. Perseguir lo imperseguible, desnudar la metáfora. Perseverar como el afán del niño; jugar seriamente; brillar para uno y para el compañero. Compañero de banda, de orquesta, de trance y crecimiento; electromagnético compañero en la música y la vida.

Haciendo, diciendo. Buscando qué decir. O más bien buscando cómo decir tanto para decir. Indagando, revolviendo el sueño oxidado de cambiar el mundo… Tocando canciones.

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