Julieta Lazzarino – Quinto Deva

Julieta Lazzarino – Quinto Deva

2016

Dos mil dieciséis merece un balance que contemple su complejidad. Aquí un recorte, un punto de vista de lo que se vivió en las salas y en la comunidad. Su comienzo fue duro, pesado e incierto. No parábamos de decir y escuchar lo difícil que estaba llevar gente a ver teatro. Entre la incertidumbre de los proyectos, apoyos y las visiones críticas de lo que acontecía, comenzó una nueva lucha, provocada por políticas culturales indescifrables y tensiones en varios frentes.

Algo se había roto y fue necesario armar nuevas asociaciones, visibilizar las operaciones que estaban amenazando nuestro trabajo. Estaba en juego el derecho a la cultura. No era sólo una percepción de algunos ni mucho menos un fantasma. El año venía áspero. Nos consolábamos más de una vez diciendo que el teatro siempre encontró su lugar haciendo frente a las crisis. Quizás por eso redoblamos la apuesta.

Hacia mitad de año, se veía que todos buscábamos nuevas oportunidades estéticas y políticas, nos aferramos a los proyectos que nos sostienen desde hace años. Nos pudimos mirar como colectivo. Desde aquí o desde ahí surgió una propuesta que nos reunía. Inspirados en lo creativo una vez más se realizó La Noche de los Teatros.

Queríamos decir que acá estamos y que hacemos lo que sabemos. El resultado es producto de un año de trabajo comprometido. Un año que nos reposicionó. La cultura nos exige y nos necesita, a eso lo sabemos.

El año teatral estuvo inmerso en una coyuntura socio política porque somos parte. Porque no puede ser de otro modo.

El dos mil diecisiete comienza inspirado, la comunidad está dispuesta y atenta a este nuevo ciclo. La tarea será nuevamente dura. No dejarnos oscurecer sigue siendo el desafío.

Multiplicar es la tarea.