Fernando Zabala

Fernando Zabala

2021

En estos tiempos donde la incertidumbre y la angustia se disipan poco a poco, diríase que hacer un balance de lo ya transitado, me para en un lugar genuinamente más optimista.

Obviamente que el 2021 ha sido un año de muchos cambios y transformaciones, pero por sobre todo, lo ha sido en lo adaptativo y en la capacidad para sobreponernos ante un enemigo silencioso que generó ruptura social y dejó como consecuencia la inmediata interrupción de nuestra actividad teatral. Es evidente que este ha sido un año de pruebas y contrapruebas. En mi caso particular, me ha encontrado trabajando con nuevos formatos en los que nunca había imaginado que transitaría. También con la adaptación a nuevas estéticas y estilos y a los diferentes escenarios que me fue proponiendo la pandemia día a día.

A principios del 2021, reestrené un audiovisual que filmé íntegramente en el lugar donde resido. «Lap-so», fue un novedoso y carismático espacio de creación. Allí me pude conectar con el adentro de mi mundo más personal y la naturaleza funcionó inefablemente como soporte de todo ese camino más introspectivo.

Luego, avanzado el verano, hacia comienzos del mes de enero, el teórico teatral Styl Rodarelis, me confirmó que editaría una antología teatral con la Editorial Iaspis de Atenas, Grecia, y en la que había seleccionado dos obras de mí autoría llamadas «Ventana» y «Ping Pong». De la antología, participaron autoras y autores tanto latinoamericanos como españoles. El libro, por el momento, se lo consigue únicamente a través de la propia editorial.

Transcurridos los primeros días del mes de enero y tras el lamentable crecimiento de casos y las restricciones lógicas de un virus tan versátil como sorpresivo, decidí subir por redes sociales diferentes piezas de microteatro que había escrito en meses anteriores. De esas obras, elegí tres para filmar en un teatro de la ciudad de Córdoba y con ellas poder montar un espectáculo por streaming. Ese ciclo de obras breves se llamó «Dispositivo B» y se subió durante los meses de junio, julio y agosto por Alternativa Teatral. Las obras que integraron el ciclo fueron «Sísifo y después», «Sonata de medio cuerpo» y «Resplandor». Los actores que le pusieron algo más que el cuerpo y que trabajaron arduamente sobre la escena, fueron primeramente Belén Vega y Fredy Nadaya. Pasado los meses, se sumó la actriz Maru Ormeño, tras la salida de Belén Vega. 

Luego, durante los meses de abril, mayo y junio, inicié mis clases de dramaturgia vía online y también lo hice durante los meses de septiembre, octubre y noviembre como lo vengo haciendo desde hace varios años. Allí se formaron dos grupos de tremendos talentos y por supuesto, de gente muy querida, en los que guardo un gratísimo recuerdo. Es un placer enorme para mí poder formar autoras y autores noveles, algunos de ellos, además de persistir en la escritura teatral, se han ido profesionalizando en este campo y en diferentes ámbitos y espacios. Siempre sostengo que las clases son tan necesarias y vitales como la escritura misma. Allí hay un mecanismo claro de sostenida creación y lo más importante, de auténtica  interacción colectiva.

Llegados a la primavera y con el levantamiento de las restricciones sanitarias, finalmente, estrenamos «Dispositivo B» de forma presencial en la sala Almazenna Teatro. Allí tuvimos el espectáculo en cartelera durante los meses de septiembre, octubre y noviembre y luego participamos del IV Festival de Teatro ¨Olmedo Vive¨ en Mercedes, provincia de Buenos Aires. Si todo va bien, este año estaremos reestrenando «Dispositivo B» en Almazenna Teatro y Casa Grote.

Además, para este 2022, estoy trabajando en la edición de mí quinto libro, llamado Microteatro. El mismo estará publicado a comienzos de marzo y se lo podrá conseguir en librerías de Córdoba y el país. El tomo reúne las nueve obras escritas en pandemia que subí a mis redes sociales, de las cuales tres, ya se estrenaron en «Dispositivo B».

Actualmente, también trabajo en un audiovisual llamado, «Lap-so, lo híbrido, el documental». Este audiovisual integrado, reúne dos materiales muy diferentes y diversos, pero con un punto en común que mantienen ambos trabajos. «Lap-so» es un micro relato metafísico y existencialista, escrito y producido exclusivamente en el crepúsculo de la pandemia, fue estrenado con anterioridad a fines del 2020 por Alternativa Teatral. Mientras que «Lo Híbrido, el documental», es una pequeña crónica en primera persona, una cálida metáfora sobre el arte y la naturaleza. El olvidado teatro de los insectos y todo un mundo que el hombre no ha tenido en cuenta para narrar sus propios acontecimientos. Ambos audiovisuales se los podrá ver proyectados a partir del mes de abril, en la sala Almazenna Teatro.

Por último, hay una posibilidad de estrenar un nuevo espectáculo en el mes de septiembre con tres obras de microteatro y una novedosa dinámica para incluir al espectador como protagonista de ese ciclo.

Ahora sí, y para finalizar, brindo para que el teatro de Córdoba se pueda recuperar definitivamente de la crisis que aún padece, y que pese a los diferentes problemas edilicios de los teatros independientes, no hay ningún plan institucionalmente serio, que esté a la altura de las circunstancias.

Por otro lado, convoco a los distintos funcionarios de cultura, para que desde diferentes órganos estales, fomenten más encuentros y festivales de teatro, tanto  provinciales, nacionales como internacionales. Como el ya desaparecido ciclo de ¨La Noche de los Teatros¨, por citar uno de los tantos eventos culturales que ya no tiene la ciudad.

También guardo una pequeña esperanza para que el viejo Teatro Comedia vuelva a resurgir entre las llamas y la ciudad pueda recuperar su teatro más emblemático y representativo.

Por lo ya antes mencionado y por el arduo trabajo de nuestras compañeras y compañeros de las artes escénicas de Córdoba, brindo y que sea el mejor año teatral para nuestro afanoso teatro independiente.

 

2020

Es raro no poder hablar de lo transitado en un año tan particular y casi fantasmagórico. La pandemia aún nos sigue mirando de reojo y pensamos al teatro ya no sólo como lugar de salvación y construcción colectiva, sino también como lugar de profundo anhelo de lo no hecho.

Un año medio a los tumbos como pocos, pero un año al fin. El 2020 marcó al mundo y a toda la humanidad, haciéndonos ver lo tan pequeño que somos, lo tan insignificantemente frágiles y vulnerables que nos volvemos ante los ojos de la adversidad. Así me tocó vivirlo a mí, así me tocó presenciarlo, como mero espectador de lo que se deshilacha y sin poder juntar si quiera los pedazos en el piso.

Se vuelve un hecho insólito e inefablemente raro hasta de contarlo, pero lo cierto es que lo impensado y lo que no se halla en los planos de lo probable, sucede tarde o temprano como metáfora o cruda realidad. Venía de vacaciones cuando me enteré de la cuarentena que empezaba a regir en todo el país. A partir de allí tuve que cajonear dos obras mías que se estrenarían durante el 2020: «La Guerra» y «Dios Jacky».

Como a la gran mayoría, tanto a mi señora como a mí, nos descolocó la pandemia y tuvimos que nadar sin agua durante un buen tiempo. Surgió luego la posibilidad de dar clases virtuales de dramaturgia y tomé la posta. Fue una modalidad nueva y sumamente interesante ya que tuve alumnas y alumnos de distintos lugares de Argentina, e incluso, de otros países.

Mientras que los melones se iban acomodando a los tortazos en el carro, observaba con creciente preocupación la desidia que sufrían las salas de teatro independiente y los diferentes elencos frente a una pandemia que los devoraba por completo.

Con el correr de los días llegaban algunos paliativos como gotitas de agua en el desierto. Las salas oficiales y algunas salas de teatro independiente comenzaban a subir funciones filmadas a las distintas plataformas virtuales. Me dijeron que se hacía un módico ingreso con lo recaudado por cada función y sin pensarlo demasiado, metí primera a fondo para asegurarme de algunos pesitos, aunque más no sea.

La primera obra que subí en formato on line fue «La Voz del Comandante». La tenía filmada hace tiempo y eso permitió que mucha gente pudiera ver una de tantas funciones, que habían quedado registradas casi por accidente.

Luego la obra participó de distintos festivales internacionales y en soporte virtual, entre ellos el «Festival de Arte y Cultura Hun-Came» en San Antonio La Isla, México. El «XIX Festival Regional de Teatro, Artes Escénicas y Literarias» de Veracruz, México. El «III Festival Internacional de Teatro Olmedo Vive» de Mercedes, provincia de Buenos Aires.

Por la buena convocatoria, volví con insistencia al ruedo virtual y subí a la plataforma de Alternativa Teatral «Se despide el campeón» y «Silogringo. Ambas obras estrenadas en 2016 y con una buena recepción del público, a pesar de su formato on line.

Pasados los primeros meses de pandemia, comencé a escribir un micro relato que luego filmaría en las sierras de Calamuchita. Me llevó dos meses escribirlo y otros dos meses producirlo. «Lap-so» sería mi primera obra estrenada en pandemia y se trataría de un audiovisual híbrido y metafísico.

«Lap-so» se estrenó en noviembre del 2020 y luego se repuso recientemente en febrero de 2021. Dado que es un micro relato fílmico y su estructura fue pensada más para la cámara que para el escenario, aún tiene chances de volver a subirse por plataformas virtuales.

«Lap-so» participó del concurso de cuentos y textos breves de Editorial Inspirarte, donde concursaron más de 1300 obras de todo el país, quedando entre los mejores 50 relatos. Esa mención me puso muy contento y estimuló doblemente la escritura teatral en solitario.

Llegado enero de 2021, comencé a subir a mis redes sociales distintas obras de micro teatro, que fui escribiendo durante los últimos meses. Dos de esas obras han sido editadas recientemente por la prestigiosa Editorial Iaspis (Atenas, Grecia) en una antología con más de 20 autoras y autores de Latinoamérica y España. El libro lleva por título «Teatro de Cuarentena» y las obras de mi autoría que fueron seleccionadas son «Ventana» y «En el lugar de Siempre».

Actualmente me encuentro escribiendo obras de micro teatro y organizando el próximo seminario de dramaturgia, que estaré realizando en formato on line a partir del mes de abril. También estoy analizando la posibilidad de retomar el estreno de mis dos obras, «La Guerra» y «Dios Jacky».

Espero que en 2021 el teatro independiente pueda recuperarse después de este duro y prolongado golpe. La pandemia ha significado un momento sumamente crítico para todos los trabajadores de las artes escénicas, sobre todo para quienes han sufrido una situación de extrema pobreza y vulnerabilidad económica. En la ciudad de Córdoba hemos tenido que lamentar el abandono por parte del estado provincial y municipal, que aún seguimos padeciendo.

No hay ciclos ni festivales de teatro al aire libre, no hay teatro en los barrios ni en ningún lugar de la ciudad. Se han perdido los festivales populares que se realizaban con cierto rigor durante el mes de febrero. Tampoco hay voluntad solidaria en los espacios oficiales, que bien podrían ceder sus edificios para que elencos de teatro independiente puedan desarrollar su actividad, sin tener que lidiar con severos protocolos que han sido pensados más para los teatros oficiales y comerciales que para nuestro afanoso teatro alternativo. Me refiero a los espacios que cobija la provincia: El Teatro Real y al Teatro San Martín de la ciudad de Córdoba.

En cuanto a subsidios y programas que suele lanzar la provincia, destinados siempre a las artes escénicas y a sus diferentes hacedores, no hay demasiado optimismo y mucho menos expectativa en el sector. Habrá que ver qué iniciativas tienen los funcionarios de cultura y qué aspiraciones hay por parte de ellos, para llevar adelante programas serios que estimulen y fomenten la actividad del teatro independiente en su conjunto. Aunque intuimos de antemano sus decisiones desinteresadas.

Aun así y pese a todo el viento en contra que podamos tener, observo que el público va volviendo de a poco a las salas y no ha perdido en lo más mínimo la conexión con el verdadero teatro: el nuestro.

 

2019

El teatro es un lugar de luz, igual que el mundo, todo está por hacerse, y en ese hacerse pienso que uno se va construyendo, se va abriendo, se va armando con uno y con todos, como las partes de un enorme rompecabezas, que por suerte, no se sabe bien donde terminaran de encastrar sus piezas. Ese misterio profano que envuelve lo azaroso de la vida y que es sin lugar a dudas, enigma indescifrable e inefable del teatro, y por ende, lo es también para el hombre. Vivir en ese estado de misterio, es también vivir un poco en estado de angustia y de lucha con uno mismo (ese maravilloso y a la vez perturbador estado del no sé). Hemos perdido la batalla contra el futuro sin haber nacido siquiera, y aun así, absurdamente, desde el pasado, pretendemos ganarle a lo incierto con programitas de mano.

Por ello, la vida es sabia y como en el teatro, el misterio se vuelve profundamente inquietante, obliga a la búsqueda y a la exploración constante, tratando de encontrar una respuesta al enigma virtuoso que nos moviliza y que solo allí, cuando encontramos lo que hemos buscado con tanto afán, se vuelve irremediablemente eureka. Es así que, a puro azar y a pura búsqueda afanosa, contagiado por ese desbordante camino venturoso, decidí abrirme paso y empezar a transitar mí 2019, sin la presión y la preocupación demandante, de lo que podría acontecer en los senderos que elijo.

A comienzos de este año y en esos tremebundos calores pegajosos de los últimos días de marzo, publiqué mí cuarto libro de teatro llamado: Teatrus (tres obras). El libro que fue editado por la editorial cordobesa Tinta Libre Ediciones, contiene tres obras de mí autoría que fueron estrenadas en los últimos años: «Como un aire de ilusión», «Vocacional Sampacho» y «Se despide el campeón». En septiembre de 2019 se presentó en la Feria Del Libro Córdoba y en abril del 2020, se va a estar presentando en la XIV Feria Internacional del libro en Buenos Aires.

Luego en los primeros meses del año, en un otoño atípico y primaveral, reestrenamos en su segunda temporada mí obra teatral: «La Voz del Comandante». Primeramente, en el mes de mayo, estuvimos presentándola en la emblemática Casa del Arte, y luego en un junio muy gris y ya casi entrados en el crudo invierno, emigramos para bajar telón en la pequeña y cálida Escenia Teatro. Hay una idea de reponerla más adelante, pero todavía no sabemos cuándo, ni tampoco donde. ¨La voz del comandante¨, obtuvo una distinción internacional en 2018 por parte de la Academia Latinoamericana de Literatura Moderna y la Academia Argentina de Literatura.

Como si todo eso fuera poco, en un lluvioso y neblinoso octubre, el grupo pampeano de teatro EsLoQueHay, vino a la ciudad de Córdoba y presentó mí obra ¨Como un aire de ilusión¨ en La Casa del Arte. Durante el 2019, se presentaron en una segunda temporada en la ciudad de Castex y luego hicieron gira provincial, presentando mí obra en General Pico, General Alvear y Trenel. Hay una posibilidad de que en 2020, la troupe haga una tercera temporada con la obra y también vuelvan nuevamente a la Docta. Ingresados ya en la primavera, no se acabarían las sorpresas ni mucho menos el ajetreo. En el radiante mes de las flores, reestrenamos en su tercera temporada, mí obra agrícola-ganadera: «SiloGringo». Obra estrenada en 2016 y con la que estuvimos presentándonos en distintas salas de la ciudad y la provincia. En septiembre nos presentamos contagiados por ese reestreno inminente en La Casa del Arte y luego en octubre, nos mudamos súper embalados con esa misma energía a la sala de Almazenna Teatro. En noviembre, hicimos una salpicada gira provenzal por la provincia y nos presentamos fugazmente en Colonia Caroya, Mina Clavero, Villa Giardino y bajamos telón en la bella y revolucionaria Alta Gracia.

Por último, por estos días me encuentro diagramando la puesta en escena de dos obras de mí autoría que pienso estrenar este mismo año. «La Guerra» y «Dios Jacky». Dos obras muy diferentes entre sí y con las que me divierto a rabiar, tanto en su escritura como en el armado de su futuro montaje. «La Guerra» será estrenada a principios del mes de mayo, mientras que «Dios Jacky», verá la luz a comienzos del mes de septiembre.

Por otra parte, estoy trabajando en la futura edición de mí quinto libro: Teatrus 2 (Tres obras). El libro tendrá publicado tres obras de mí autoría que fueron estrenadas recientemente en estos años. «SiloGringo», «Hay que dejarlo jugar» y «Tanque Olímpico». La idea es empezar la edición en diciembre del 2020 y posiblemente el libraco, salga a patear la calle, a partir de marzo del 2021.

Una breve reflexión sobre la actividad teatral en Córdoba.

Seguramente que el 2019, va a ser recordado como uno de los años más complejos y difíciles en la actividad teatral cordobesa. Las políticas implementadas por el gobierno de Mauricio Macri, han desbastado la cultura en casi todas sus esferas y a eso, no han escapado de sus garras las distintas instituciones, gremios y entidades teatrales. Sobre todo, afectando a salas de teatro independiente y a pequeños centros culturales en toda la ciudad. Aquí quiero referirme muy específicamente a las salas que se encuentran en peligro de cierre inminente. Una de ellas, es la mítica y emblemática sala de teatro «Bataclana», ubicada en el populoso y orillero barrio Güemes. Sala que trabaja hace ya varios años en la ciudad y que sus dueños, han puesto en venta el local, informando desinteresadamente a los encargados del centro cultural, de la irremediable venta del salón. Frente a esa dificultosa situación, «Bataclana» ha realizado innumerables actividades culturales durante todo el 2019 para resistir y para decir estoicamente: «Aquí estamos, no nos han vencido». Fue así que el espacio organizó ciclos de teatro con grupos que han sido verdaderamente fraternales y solidarios con la sala, entendiendo la crítica situación del centro cultural y a quienes trabajan duramente para sostenerlo, sin apoyo de ninguna índole. Aun así y pese a todo el trabajo que lleva realizando el equipo de «Bataclana», como los grupos afines que se han encolumnado para intentar visibilizar el problema que atraviesa la sala, es poco y no alcanza. En lo personal estoy defraudado y hasta sorprendido con algunas entidades, gremios e instituciones que no han tenido demasiada participación para encontrar una solución al problema. Siento que algunos organismos no se han hecho eco de lo que ocurre cuando cierra un centro cultural en la ciudad. Esas Instituciones, son de suma y vital importancia para el desarrollo de la actividad teatral en Córdoba y todo el país. Para ser más concreto, me refiero específicamente al INT.

Pero también observo con preocupación, la indiferencia de otras instituciones teatrales de la ciudad, que no han tomado cartas en el asunto y si lo han hecho, lo han hecho muy desinteresadamente. La comunidad teatral no puede estar tan ajena a los espacios vulnerados y con posibilidad de cierre inminente. Creo que debe haber un mayor apoyo de otros sectores artísticos y culturales, e inclusive de otras asociaciones que, aunque no tengan mayor incidencia con el sector afectado, a mí entender, deberían participar y gestionar para que estos espacios no queden tan desprotegidos. Todas las instituciones deberían al menos tratar el tema concienzudamente y visibilizarlo en redes sociales, organizando ciclos, festivales o eventos culturales que tengan fines artísticos, pero por sobre todo, objetivos claros de divulgación sobre el estado artístico-cultural, que pueda poner en peligro a ciertos espacios en la comunidad. Sin esa base de alianza, articulación y unión entre todas las instituciones, va a ser difícil e imposible sostener el patrimonio cultural y teatral, tanto en la ciudad como en la provincia.

Espero que en el 2020, las instituciones teatrales en su conjunto, aunque no estén vinculadas y sean ajenas a determinados conflictos muy puntuales, sean más solidarias y más interesadas con la actividad teatral en general, sobre todo las que deben dar una respuesta urgente y tratar por todos los medios, que salas como «Bataclana», no terminen a la deriva y sin obtener una solución, aunque más no sea momentánea. Brindo con los mejores deseos para este 2020, pero también espero que el teatro y la actividad cultural toda, nos encuentre más unidos, menos distanciados y resistiendo los duros embates que tiene nuestra actividad en la ciudad, la provincia y el país.

 

2018

Cuando el teatro es necesario, no hay nada más necesario, afirma el director Peter Brook, sobre la función que cumple el teatro en su perspectiva. Y curiosamente, este año, fue uno de esos años donde el teatro parecía ser más necesario que nunca. «Ve al teatro que te terminará salvando» parecerían gritarnos los Dioses de la antigua mitología Griega.

En medio de los declives y la bataola económica de un país izado al viento, uno se sube al escenario y resiste desde un pequeño lugar que parecería contenernos a todos. Un lugar para poder salvarnos, para poder gritar lo que tanto se calla, lo que tanto golpea y lo que tanto oprime. Ese lugar simbólico y sagrado a la vez, según algunas almas proféticas, parecería llamarse Teatro.

Es un fenómeno raro el que se da. Pero el teatro en tiempos de crisis se fortifica y se multiplica. Escribir y producir desde la rabia, es como el león herido que rompe la jaula para poder ser libre y pegar su primer zarpazo.

Desde esa orilla intranquila y desde esa furia contenida, yo empecé a transitar mi 2018 y a producir nuevamente.

A comienzos de año, repuse en el mes de mayo, en su tercera temporada, mi unipersonal «Se despide el campeón», en la sala Cordobesa Quinto Deva. Luego, en junio salimos al ruedo en una agitada gira provincial y nos presentamos en Unquillo, Villa Allende, Río Cuarto, Cosquín y bajamos telón definitivamente en el Segundo Ciclo de Teatro Más Espontáneo, en la ciudad de Río Tercero.

Luego vendría el inminente estreno de esa otra gran maquinola que fue «La Voz del Comandante», obra de mí autoría que me dio un inmenso placer estrenar y también un enorme trabajo llevar a cabo. En ella actuaron Florencia Molina, Agustín Luque y quien subscribe. El diseño escenográfico fue de Noe de los Pájaros, la asistencia técnica de Susana Martínez y la fotografía de Gastón Buyatti. La estrenamos en septiembre en La Casa del Arte y luego en octubre en Espacio Urda.

En noviembre hicimos una breve gira provincial y nos presentamos en General Cabrera, Río Tercero y cerramos el año en Villa Giardino. Luego vendría una hermosa sorpresa a fin de año. La obra sería distinguida por «La Academia Latinoamericana de Literatura Moderna y la Academia Argentina de Literatura.» Tenemos pensado seguir el próximo año, y posiblemente, reestrenemos en la teatrística Casa del Arte.

Pero felizmente, esas no serían todas las sorpresas para un año dinámico. En noviembre el Grupo Teatro EsLoQueHay reestrenaría en la ciudad de Castéx, en la provincia de La Pampa, mi obra teatral, «Como un aire de ilusión». Esta vez dirigidos por dos nóveles directoras: Luciana Fuchs y Shaiel Yurr Yeger. Con las actuaciones de Bibiana Bufa y Dardo Acosta. Posiblemente, el año venidero, se presente también en la ciudad Córdoba.

Por último, en el mes de marzo del 2019, mi libro «Teatrus», será editado por la Editorial cordobesa «Tinta Libre». El libro recopilará tres obras de mí autoría que fueron estrenadas con anterioridad: «Como un aire de ilusión», «Vocacional Sampacho», y «Se despide el campeón». A partir del mes de abril, el libraco estará en su versión on line y en algunas librerías de Córdoba y el país.

Una breve reflexión sobre el teatro Cordobés:

A menudo soy bastante crítico del teatro que se hace en Argentina y en particular en mi provincia. Tal vez porque uno se ha dejado invadir por toda esa maquinaria que ha venido de afuera y nos ha dejado boquiabiertos con producciones monstruosas y laburos verdaderamente notables. Ese teatro que es menos estructurado, menos rígido en sus procedimientos y que es más abierto a nuevos mecanismos de escenificación. Pero también hay que reconocer, que hay un cambio de paradigma en el teatro local y que algunas cosas se han ido modificando para bien.

En Córdoba, yo siento que se está dando un fenómeno empírico en su teatro y en la forma de concebirlo. Yo siento que hay una energía que se va propagando y que se va regenerando con el pasar del tiempo. Si al teatro lo pensamos como una energía de movimiento continuo y de permanente ruptura, diría que el teatro estaría cumpliendo algo más que su función creadora. El teatro debe innovar y en esa función, crear nuevas formas de representación.

Yo creo en un teatro que busca fundar nuevas convenciones, nuevos procedimientos semiológicos y nuevas formas cognitivas sostenidas siempre desde una producción permeable y natural. Un teatro que esté al servicio de la vanguardia y no del auto complacimiento individual. Desde ese lugar me gusta pensar el teatro y su constante exploración introspectiva, como una herramienta de búsqueda y transformación en todas sus complejidades.

En Córdoba, esa vanguardia se viene regenerando año tras año. Hay autores y directores que trabajan sobre una determinada línea de investigación. Algunos desde los clásicos versionados y otros creando una ficción posible. En los últimos años, ha habido un teatro que ya no se ocupa tanto por lo político como por lo estético. Eso es muy saludable, porque el teatro es algo más que una idea o un posicionamiento ideológico. También está compuesto por ese otro lugar más singular y menos panfletario que tiene la creación.

Lo ideológico aparece siempre como telón de fondo y la obra se multiplica sin necesidad de rozar siquiera lo contestatario. Lo político aparece de una manera u otra y siempre transfigurado, siempre como un elemento más y sin necesidad de injertarlo desde lo concreto. Se  mezclan lo estético con lo ideológico como un monstruo de dos cabezas y el resultado siempre es verdaderamente asombroso.

El teatro en Córdoba, por suerte, está en ese estado de profunda metamorfosis continua, que es lo que a muchos nos impulsa a trabajar en él; la sensación de estar sobre un fenómeno vivo que se agita sobre nosotros. En ese sentido, el teatro en Córdoba ha ido mutando y permitiéndose la exploración en nuevos caminos y en vertiginosos lenguajes en los que nunca había habitado. Se le ha perdido el miedo a los nuevos formatos y a las textualidades que han venido de otras disciplinas para enriquecerlo, para aportar un enfoque nuevo y dinámico que lo eleve y no que lo reduzca. Esto ha permitido que el teatro se aleje de todo estereotipo televisivo y vuelva a su raíz más originaria, a su esencia más primitiva. Un teatro menos pretencioso pero más arcaico, hecho a la luz del día y sin tantos rayos efectistas.

Celebro que esto ocurra y que siga siendo una puerta abierta a una teatralidad fresca y natural, alejada de los meros resultados que pueda arrojar un bordereaux y pisando siempre el descascarado borde del abismo, que propone nuestro aceitado teatro moderno.

 

2017

Suelo decir chistosamente y a modo de broma: Pavadita de año, en alusión a las cuatro obras teatrales de mi autoría que se repusieron durante este 2017. ¨Hay que dejarlo jugar¨ fue la primera de ellas en abrir los ojos durante abril y mayo en La Parisina. Una obra que me trajo muchas satisfacciones en lo personal y con la chance de un olímpico regreso el año próximo. La habíamos hecho una temporada durante el 2015 y luego dejamos la puerta abierta con esa renovada ilusión de volver al mítico potrero. Y así fue. La nueva versión la dirigió Sebastián Salomón, en la que actuó junto a Héctor Pedro Alem y Agos Gahn.

Luego, en mayo, se vendría una nueva reposición. Mi unipersonal «Se despide el campeón», que se había estrenado durante 2016, empezaba su segunda temporada en Espacio Urda. Posteriormente, en junio, armamos las valijas y realizamos una gira nacional por las ciudades de General Pico, Rosario, San Miguel de Tucumán, Santa Fe y General Cabrera, cumpliendo así un segundo año de ciclo de giras nacionales y provinciales. El año entrante, posiblemente, pelee por el título en su tercera temporada.

Por fin llegaría septiembre, y en el mes de las flores, por segundo año consecutivo, mi obra teatral «Silogringo» vería la luz en el marco de los 90 años del Teatro Real. Obra que dirigí y en la que actué junto a mí compañera María Gabriela Garstein, y con la que luego de un cuantioso acopio en la Sala Azucena Carmona, iniciaríamos una gira provincial por las localidades de General Cabrera, Río Tercero, Jesús María y Río Cuarto.

Culminando esa acaudalada cosecha record en la Sala Sebastiana y en el Primer Ciclo de Teatro Río Tercero: «+ Espontáneo».

Por último, recibiría la grata noticia de que mi obra teatral «Como un aire de ilusión», estrenada en el 2013 por el Grupo Teatro Teatro, se repondría en la ciudad de Castex, provincia de La Pampa, producida por el Grupo «Es lo que hay», dirigida por Sebastián Buttafuoco y con las actuaciones de Dardo Acosta y Bibiana Buffa.

El año venidero, el grupo levanta carpa nuevamente y emprenderá una gira provincial por algunas localidades de esa provincia.

Una breve reflexión sobre la actividad teatral en Córdoba.

Tengo algunas apreciaciones sobre su dinámica y sobre su complejo desarrollo en la ciudad. Pienso al teatro como un lugar poético y bucólico, un lugar metafísico y de creación, un lugar donde el público se libera de la dictadura de lo cotidiano y se zambulle definitivamente en las aguas de lo profano. En ese sentido, pienso que hacemos teatro para algo más que llenar salas. Si al teatro le va bien, mejor para todos. Si las salas soportan y resisten los duros embates de los tarifazos venideros, ni hablar. Pero también le puede ir bien al teatro independiente si se acompañan procesos comprometidos con la creación y con los nuevos lenguajes escénicos.

No es bueno tener como único objetivo el agotar entradas simplemente. También es necesario poder generar esos espacios poéticos con un teatro que salga del molde que lo contiene, que tome riesgos imprescindibles y que se anime a contar otras cosas, un teatro de arte que genere deseos y estímulos en sus espectadores, las ganas necesarias para volver a ver un teatro que enamore, que cautive, que cuestione y que fundamentalmente interpele a nuestro público. Pero si fomentamos únicamente un teatro superficial y ligero, que sólo apunta a vender entradas, a satisfacer necesidades básicas de una clase media acostumbrada a lo televisivo, o por el contrario, en el otro extremo, un teatro que se hermetice constituyendo una elite intelectual determinada, aislándose de un público genuino y popular, corremos el riesgo de perder el verdadero objetivo y el sentido que tiene el teatro universalmente.

También se pueden llenar salas con buenas propuestas estéticas y con obras que apunten a salir de lo ya establecido. Sobrados ejemplos tenemos en Córdoba de elencos y salas que apostaron a un teatro más autóctono y de creación propia. Un teatro que sea más nuestro, que hable más de nosotros, un teatro más identitario, auténtico y genuinamente cordobés.

Por otro lado, es fundamental la participación activa de estudiantes de diferentes escuelas teatrales en la recepción de obras locales. Encuentro a diario que la gran mayoría no ve teatro en la ciudad y lo veo con notable preocupación. O lo que es peor, algunas escuelas mandan únicamente a sus alumnos a ver obras teatrales en festivales internacionales, lo cual no me parece mal, pero la recepción se vuelve estrechamente acotada frente a la gran cantidad de propuestas diversas que se podrían recepcionar durante todo el año en la ciudad. Entonces, surge la pregunta inevitable: ¿Cómo podemos enseñar a hacer teatro, sino enseñamos primero a ver teatro?

Por último, necesitamos festivales más integrales e inclusivos. Se deben renovar jurados en algunos festivales de jerarquía y también debe haber un esfuerzo mancomunado entre toda la comunidad teatral del Instituto Nacional de Teatro y la Red de Salas para organizar más festivales y concursos que estimulen la actividad teatral cordobesa, tanto en el ámbito académico de las escuelas, como en el circuito independiente.

Finalmente, levanto la copa con los mejores deseos para este 2018 y brindo por más teatro de arte y por más salas abiertas a proyectos nuevos y de osada vanguardia local.

 

2016

En lo personal, es difícil hacer un balance de la actividad. En el año pasan muchas cosas y uno no siempre se percata de todo. Hacer un balance es una sumatoria de cosas. Este año por suerte, tuvimos la vaca atada y dio leche. Estrené un laburo que venía puliendo hace mucho tiempo y no le encontraba la vuelta. Después de reelaborar mucho el material, salió esa criatura siete mesina que se llamó: “Se despide el campeón”. Tuvimos muy buenos comentarios del público después de su pequeña temporada en Espacio Urda Córdoba.

Luego salimos campo fuera y nos dimos el gusto de mostrarla en el interior provincial. Como si eso fuera poco, a los dos meses estrenamos “Silogringo”. Obra agrícola-ganadera con la que vendría toda una serie de procesos parturientos, y por cierto, muy placenteros.

Silogringo fue estrenada en septiembre del 2016 en Espacio Máscara, y luego hicimos un fabuloso acopio semillero en el interior provincial. Finalmente, bajamos el telón de esa formidable cosecha forrajera en noviembre pasado, en Espacio Urda. Las dos obras las repongo en el 2017 en la ciudad de Córdoba, y luego ambas, abanderadas y escoltas, tendrán su gira nacional.

Del teatro cordobés puedo decir que viene en constante crecimiento y pujando por nuevos espacios. Se está dando un fenómeno muy particular en cuanto a cantidad de salas y novedosos elencos. Me resta pensar en un módico bocado de esperanza, con ese semillero que se está gestando en vía de producción.

El momento más crítico que atravesó el teatro cordobés fue con los tarifazos que aún siguen amenazando tras un año de resistencia a esas medidas. Creo que hay que hacer un colectivo más dinámico y unificador para enfrentar a esa crisis geo-político-cultural en la que estamos inmersos.

La Noche de los Teatros fue importante para visibilizar el teatro independiente de la ciudad y darle un marco y una nueva alternativa al público. Sin embargo, en lo personal, siento que se debería utilizar mejor el recurso de la difusión y permitir cobrar una módica entrada a esa programación.

Mi deseo para este 2017, es que se generen las condiciones para que haya nuevos espacios, para que se difunda más la actividad teatral en pequeñas salas y que esa barricada de porfiada resistencia cultural sirva definitivamente para enfrentar al gran monstruo neoliberal.

 

2015

En lo personal, ha sido un gran año en lo teatral. A principio del 2015 tuvimos la oportunidad de poder reestrenar mi obra “Vocacional Sampacho” en diferentes localidades del interior, junto a la actriz Carola Diez. “Vocacional Sampacho” es una obra entrañable y que me ha dado notables satisfacciones en lo personal, esta obra está hecha de historias y anécdotas de lo que fue mi primera infancia teatral y de postales que todavía me emocionan y me conmueven al día de hoy. Luego en agosto se vendría el estreno de mí otra obra, “Hay que dejarlo jugar”, que nos permitió junto a los actores Ely Mota y Sebastián Salomón, presentarla en distintas salas de la ciudad de la ciudad y luego salir de gira por el interior provincial. Esta obra tiene una mirada despiadada y utilitaria sobre la vejez, como así también de un canibalismo naturalizado que se ha instalado en la sociedad fragmentada de estos últimos años. La obra se hace carne de metáfora en una clase media inconformista y que es capaz de cualquier cosa para salvarse.

Por suerte, “Hay que dejarlo jugar” todavía goza de muy buena salud y el año próximo, si todo va bien, volvemos al ruedo. Como si todo esto fuera poco, en San Martín, provincia de Buenos Aires, el grupo Claques de esa ciudad haría mí obra “Villa Urquiza Vocacional”, una adaptación de “Vocacional Sampacho”, junto a los actores Rubén Lospennato y Oscar Ponce de León.

Actualmente laburo en una obra nueva que si todo va bien, tengo pensado estrenarla en el mes de septiembre del próximo año. También me encuentro dando clases de teatro en “Apahud”, una Asociación patrocinadora de ayuda al huérfano discapacitado, lo cual me vuelve profundamente orgulloso y es un valioso aprendizaje permanente en lo personal.

Por estos días, también laburo fuertemente en la edición del libro “Teatro Escogido IV”, libro que va ser editado por Editorial Dunken y que va a contener mis últimas obras estrenadas como “Tanque Olímpico”, “Como un aire de ilusión”, “Vocacional Sampacho” y “El llovedor de tirolesa”.