Cristina Gómez Comini

Cristina Gómez Comini

2020

Me gustó algo que leí recientemente: «No hay años malos o años buenos sino años de mucho aprendizaje y otros que son como un recreo.»

No quisiera caer en la híper repetida reflexión sobre los difíciles retos a los que nos sometió el 2020, cada quien sabe si pudo o no pudo con ellos, cada quien sabe de penurias o tranquilidades, de miserias o seguridades económicas, de solidaridades o egoísmos, de vínculos rotos o consolidados, de malestares o bienestares, de ideas compartidas o enfrentadas, de frustraciones o salvaciones, de libertades o encierros, de angustias o fortalezas, de pérdidas u oportunidades, de fracasos o conquistas…

Lo cierto es que por muchos meses estuvimos todos y todas en las mismas condiciones respecto de nuestra salud, iguales, sin distinción de razas, credos, niveles económico-sociales, etc. Eso somos: seres humanos esencialmente iguales, con las mismas necesidades básicas de salud, techo, trabajo, educación, reconocimiento, amor y… Arte.

Sí señores, el arte tan vapuleado y subestimado en nuestras sociedades de consumo, resulta esencial a la hora de nutrirnos internamente, de echar luz sobre verdades o mentiras que no vemos, de darnos esperanzas, sostenernos, reconfortarnos, inspirarnos, hacernos reflexionar o pasar un buen momento, darnos una tregua o simplemente placer.

Podría enumerar todo lo que hice de manera personal y profesional este año, pero prefiero liberarlos de una lista de acontecimientos que tienen sentido sólo para mí y que, si tuvieron alguna repercusión a nivel artístico, fueron apreciados en su momento. Además, hoy en día mucho de lo que hacemos se encuentra en las redes, aunque algunos las padezcamos.

Me gustaría un 2021 más amigable y algunos indicios me hacen pensar que así será; de todos modos estoy dispuesta a fluir con lo que traiga y navegar en las aguas que él proponga.

 

 

2016

Fue un año vertiginoso y felizmente colmado de actividades artísticas. Reposición de “El señuelo…” con Compañía Danza Viva luego de recibir el Premio Provincial de Teatro y gira a Santa Fe. Reposición de “Teresa” en Brasil y Buenos Aires. Estreno y funciones de “Tierra de Nadie…”; montaje de tres obras nuevas, una en Brasil y dos en Córdoba, que verán la luz el año próximo.

Viajes, Festivales, Mesas de Jurado (honrada de haber sido convocada por Iberescena). Clases, cursos y talleres dictados aquí, en Capital Federal y en San Pablo. Dirección y actividad docente en mi espacio Danza Viva Centro de Estudios que es todo un mundo de organización, fe y trabajo alentador. Horas y horas de ensayos, exceso de trabajo frente a la computadora, poco descanso y algo de insomnio.

Agradezco los vínculos, el apoyo, el empeño, la constancia, la dedicación, la competencia, el talento, el amor y el respeto de tanta gente que quiero y admiro. Agradezco el arte de los artistas con quienes interactúo cada día y de todos los que enriquecen y estimulan la escena cordobesa.

Y todo, todo, todo esto en un contexto difícil. Un contexto de pérdidas y reclamos. Un año en que el país me ha dolido mucho. Un año duro para la educación, la cultura, la salud… Y muchos etcéteras; un año en el que pasaron cosas que nunca creí que pasarían. Un año en el que el dinero nunca alcanzó.

¡Concentrar energías, no dispersarse y avanzar! ¡Allá vamos 2017! Hay empuje, deseos de superación, ganas de construir, de pensar, de caminar abrazado al otro, de reír, de pelearla, hay acción, hay vida, ¡hay danza!

 

2015

El valor de la mirada

Otro año se va y quienes apostamos a la danza miramos poco para atrás y mucho para adelante. Esta casi obligatoria mirada “más allá”, en particular de las jóvenes generaciones, parece tener dos caras: una alentadora y otra no tanto. La primera identificaría el mirar lejos con el puro y genuino deseo de crecer, de hacer más y mejor, de tomar ejemplos que están en otras ciudades o países del mundo, donde la danza contemporánea goza de un estatus superior.

Mirar, admirar e inocentemente imitar a artistas que viven y crean en otras latitudes aporta un universo útil y deslumbrante para quienes inician su formación en la danza y la creación contemporánea. La parte no tan alentadora es que semejante universo, potenciado por las posibilidades de Internet, suele eclipsar el interés por artistas locales que hicieron historia y que, según mi modesta opinión, también es necesario conocer.

Tanto se ha repetido que no se puede construir futuro sin explorar el pasado, que mencionarlo una vez más parece obvio y reiterativo aunque por ello no menos verdadero.

El tema de la “mirada” me preocupa desde hace tiempo y se me ocurre compartir con ustedes, sin distinción de generaciones ni disciplinas, algo que descubrí recientemente de la mano de Marie Bardet:  las ventajas de  intentar una mirada topológica y no euclidiana sobre las cosas. Se trataría de operar un cambio de esquema cognoscitivo de la propia mirada. Desde una interpretación extremadamente simple diría que la mirada euclidiana es aquella que opera con la lógica de las medidas, las distancias, los planos, volúmenes etc., y desde allí puede construir una centralidad y una periferia, jerarquizando espacios, objetos etc., mientras la topológica permite una percepción más integradora, no jerárquica, ausente de centralidad donde cada parte es igualmente importante en tanto elemento constitutivo de una realidad material. Es maravilloso comprobar que si utilizamos este nuevo esquematismo como órgano de conocimiento “se clarifican sentidos antes inadvertidos”, vemos partes antes ignoradas, descubrimos el valor de lo que antes considerábamos secundario.

Me gusta pensar que, desde la danza, podemos ensayar una mirada topológica sobre nuestra actividad, nuestras creaciones, nuestros entrenamientos, nuestros artistas de hoy y de ayer. Mirar y mirarnos en el contexto de la danza mundial como una parte más de esa realidad, sin enjuiciar y menos aún descalificar estilos, proveniencias, épocas, disciplinas, artistas, en pos del deseo de alinearse con determinada mirada de la danza contemporánea que parece restringir más que incluir la vastedad y diversidad de su campo artístico.

Córdoba, siempre activa y enérgica, ha demostrado una vez más que puede y sabe producir artes escénicas. Para la danza cordobesa deseo un año 2016 en el que abunden las voluntades de construir redes, vínculos y asociaciones que potencien los beneficios para todos y permitan profundizar la formación y el crecimiento de la producción artística.