Agus Málvarez

Agus Málvarez

2016

Armando el kiosquito

El teatro es ese grano de vida que molesta en la cabeza del humano tan hecho de tierra, que una vez que echa raíces, ya no puede más que podarse, regarse y pocas veces se seca, pero que florece, florece y crece. Así se pasó el 2016, lleno de vida, regando, podando, plantando y sembrando teatro, dando talleres en Espacio Máscara, haciendo obras en La Cochera como “Camarico” y llorando, llorando mucho, mucho por Mariel Bof.

Así se fue un año de trabajo y mucha lucha. El contexto nos puso contra la pared y el teatro agarró un pico y comenzó a romperla.

Quiero dedicar unas últimas palabras a Mariel Bof. Este 2016 se llevó a este ser maravilloso, impecable, amable y generoso. Yo era adscripto en su materia y conocerla fue un regalo de la vida, un mimo a mi yo más íntimo. Que nunca se olvide el nombre de este ser maravilloso, de esta actriz que destilaba cariño y profundidad, prolijidad y perfección, que como docente sus alumnos la amaron. Era frontal, directa, clara y jamás se podrá remplazar. Me dijo una vez: “hacé teatro, eso te va  a salvar, tenés que armar tu kiosquito.” Y acá estoy, haciéndole caso, armando el kiosquito.

Yo creo que en mi 2016 lo más importante fue su despedida, Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof  Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof Mariel Bof… Porque si tengo que hablar de mi 2016 en el teatro, cuando la recuerdo a ella ya no hay más de que hablar.

Adiós Mariel. Yo, Agustín.

Adiós 2016, bienvenido 2017, por muchísimo más teatro en Córdoba, vivir no cuesta nada. Hacer teatro cuesta un huevo, pero salva.

 

2015

¿Qué poder decir de estos meses que constituyen este año que se va? Ya que no gozo de una gran memoria, podré tirar algunas cifras como las cuarenta funciones realizadas con la obra “Máscaras Esconderse detrás” en el 2015, de autoría de Cristian Cavo y la amable y magnífica dirección de Micaela Franchino.

Ajeno al proceso creativo de base, me inmiscuí como un intruso y metí en ella lo mejor y más ajeno a mí que tenía, que era mi yo musical, mis canciones y mis inspiraciones sonoras que atraviesan esta obra , que se puede decir es una especie de doble unipersonal, hay un mundo musical y un mundo actoral que se rozan de tal manera que parecen ser uno y en su individualidad son dos, diremos un todo doble, sorpresivamente esta obra que nace de una parte biográfica de uno de mis mejores amigos -Cristian-, con sus máscaras y sus personajes, llegue a ponerle mis ruidos y mis emociones.

Y ahí fuimos a caminar este año. Actuamos en LA Balsa, La Nave, San Francisco, Villa Dolores, Hotel la Cañada, El Mandarino Teatro, Espacio Máscara, Río IV, Centro Cultural Córdoba, Colegio Monjas azules; públicos de innumerables edades, muchos se emocionan, es una obra de trazos simples y que va directo a ese rincón que se guarda a la memoria, de lo que deja la vida plasmado en cada uno, muchas personas salen emocionadas, y otros tentados de la risa. Se dicen muchas cosas en una rebelión pasiva, se muestra un viejo déspota y una canción que dice “cuando todo sea una gran mentira y el disfraz de risa les quede divino…”

También estuvimos nominados para la “Fiesta Provincial de Teatro” una gran experiencia, así que felices de ese halago que legitima pero que particularmente no estaba en mis planes. Conocemos de teatro y de ese teatro que se apodera a veces de las ciudades, el que legitima o es legitimado. Nosotros tuvimos ochenta funciones y ni una nota en el diario de interesante trascendencia, entonces creo en el teatro del trabajo y el sudor. Serrano (Doña Jovita) nos vio en Villa Dolores y con los ojos llenos de lágrimas nos dijo:: “lo que hacen chicos es muy bueno”. Y me miró y me dijo “¿vos sos músico?” “No”, respondí; él me miró y dijo “Qué bueno, porque lo que hacés tiene todo”. Yo inflado como si me hubieran hecho una nota en el New York Time. Al otro día nos invitó a su teatro a charlar y desayunar, de la vida, y de algunas utopías. Esas cosas llenan, arte y profesión por sobre todas las cosas.

Luego tengo que decir que como de la galera, un amigo hoy y un profesional de lo suyo, Lucas Solé, un tipo incansable en su trabajo, allá por el 2014 me dijo de cubrir un personaje de una de sus obras, que entre idas y vueltas de actores, cambios de textos y modificaciones, cosa que parece ser la matriz del teatro cordobés, esto del dinamismo tanto de espacios de ensayos, actores que se alejan de los procesos, otros que ingresan, los que los sostienen por no hacer otra cosa, nació así después de un arduo trabajo “Camarico”, una obra de personajes exóticos y caricaturescos, una obra en la que yo encaraba a un director de publicidades venido a menos con graves problemas de autoestima. Vestuarios coloridos y llamativos… Tuvimos cuatro funciones en La Cochera, a fines de este año. Un proyecto en plena etapa de trabajo. Que quizás continúe hacia su nueva piel, esa que da solo el contraste con el público, quizás sólo quede en eso. Un proyecto de amigos y a pulmón, sobre todo el de Lucas Solé, director, puestista, técnico, vestuarista ya que cosía ropas horas antes del ensayo. También Nicolás Torres (el hermano adoptivo), Adriana de la Vega Viale, (La vedette) espléndido personaje; Agustina Carrique como la enana de circo; Martín Cabrera como la mujer barbuda… Risas y más risas, críticas y criticones, pero un proceso de extrema felicidad. Humor sin mucha vuelta de rosca y sin mucho que pensar.

Para el año 2016 sólo deseo obras y más obras. Hacer salva al teatro, y hacer mal y equivocarse, lo enaltece en experiencia. Mi deseo es este, hacer mucho y equivocarse lo necesario. Para evolucionar.